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Brasil y las críticas al Mundial – La Nación – editorial 11 Junio 2014

Miércoles 11 de junio de 2014 | Publicado en edición impresa de La Nación

Editorial I

Brasil y las críticas al Mundial

Las protestas sociales en el país vecino reflejan un reclamo a los gobernantes que sobrevuela la región en busca de austeridad, buena gestión y transparencia

Aunque parezca paradójico, es en Brasil, el país más futbolero del mundo, donde se han levantado voces indignadas y violentas protestas contra la realización del Mundial que se iniciará allí mañana.

Las críticas han llegado desde los más diversos ámbitos de la vida nacional brasileña -hasta el ex jugador e ídolo Ronaldo se manifestó «decepcionado» por los retrasos en las obras de preparación del torneo-, pero pueden resumirse en un reclamo generalizado de ejemplaridad, austeridad y transparencia a los gobernantes, que sobrevuela toda la región.

A tal punto arreciaron las críticas en los días previos al comienzo del campeonato y se generalizó el descontento en muchos sectores que la propia presidenta, Dilma Rousseff , se vio obligada a defender sus bondades y los créditos otorgados por bancos estatales para la construcción de los nuevos estadios, además de recalcar que los brasileños que planean boicotear el encuentro son «una pequeña minoría». Sin embargo, paralelamente, tuvo que otorgar un aumento salarial del 15,8 por ciento a la policía federal -que había amenazado con realizar un paro durante el evento-, para resolver un panorama de seguridad cada vez más complicado, con protestas anunciadas y promesas de huelgas de diversos sectores, incluido el transporte público.

La realización del Mundial en el país vecino se ha transformado en una excusa para que una buena parte de los brasileños muestren su indignación, motivada por el particular momento económico que atraviesa su país con el alza de los precios y la desfinanciación de los servicios públicos, incluidas la salud y la educación, que también se les achaca a las enormes inversiones que requirió la preparación de este encuentro deportivo y de los Juegos Olímpicos, que se efectuarán en Río de Janeiro en 2016.

Unos y otros tienen parte de razón. Es cierto, como dice Rousseff, que el aumento de ingresos en Brasil generó nuevos desafíos, que los servicios crecieron menos que esos ingresos y que la nueva clase media ampliada brasileña tiene «más deseos, más anhelos y más demandas». Esta interpretación presidencial coincide con la mirada de los expertos internacionales que ya, hace prácticamente un año, habían explicado el fenómeno de las manifestaciones populares en Brasil -similares a las ocurridas en Chile- como un resultado sorprendente, pero esperable, de las profundas transformaciones sociales producidas en muy poco tiempo, hecho que no ha impedido todavía la subsistencia de importantes bolsones de pobreza.

Pero tienen parte de razón, también, quienes protestan contra las inversiones hechas con vistas al Mundial, consideradas por muchos un despilfarro sin una clara rendición de cuentas. Aunque para el gobierno brasileño el dinero invertido puede desdoblarse en un 85% destinado a obras de infraestructura (mejoramiento de caminos y reformas en aeropuertos, por ejemplo) y sólo el 15% restante, a la construcción o reacondicionamiento de estadios, otras cuentas pueden hacerse. Hubo una inversión proyectada de 6000 millones de dólares, pero al día de hoy se calcula que subió a 11.400 millones, mientras otras estimaciones alcanzan los 15.000 millones.

El costo que para el Estado brasileño ha tenido la construcción y la modernización de los 12 estadios en los cuales se disputará la Copa del Mundo alcanza, de acuerdo con números preliminares, una suma escalofriante: 3459 millones de dólares. El más costoso resultó el nuevo estadio de Brasilia, que representó una inversión mínima de 603 millones de dólares, aunque las refacciones en el histórico Maracaná, de Río de Janeiro, no le han ido en zaga: llegarían a los 452 millones.

Esos datos explican las protestas, en las que se refleja la demanda de que se invierta más en educación de calidad, transporte público y salud, y menos en fútbol.

No extraña que, de acuerdo con una reciente encuesta del Pew Research Center realizada entre ciudadanos brasileños, el 61% sostenga que ser anfitriones del Mundial es algo negativo para el país y que apenas el 34% crea que el torneo contribuirá a mejorar la situación económica de Brasil. El 67% considera que la economía no está bien, mientras que un año atrás esa porción llegaba al 41%.

Algunos economistas hablan incluso de un «Maracanazo» económico, en alusión a la debacle deportiva del seleccionado de fútbol local en la final del Mundial de 1950 ante Uruguay, disputada en el estadio Maracaná. Y no hay que olvidar que la inversión para los próximos Juegos Olímpicos 2016 está calculada en 12.000 millones de dólares, pero las obras de infraestructura están también muy atrasadas, por lo que esta cifra puede crecer.

Desde una perspectiva más general, protestas como las de amplios sectores de la vida brasileña se corresponden con otras similares ocurridas en países de la región, y los motivos son parecidos. Efectivamente, hay un reclamo social predominante que con mayor frecuencia empieza a exigir de sus dirigentes conductas más austeras, buena gestión y transparencia en el manejo de los fondos públicos.

Es ésta una tendencia que va creciendo en todo el mundo, por lo cual tanto los dirigentes como los partidos políticos deben prestar definitivamente atención a los problemas de sus pueblos: la falta de empleo, el deterioro de la educación y la salud pública, la inseguridad cotidiana, la ausencia de calidad institucional, la corrupción y la contaminación del medio ambiente.

Quizás ha llegado la hora de pensar muy bien si vale la pena seguir embarcándose en obras faraónicas que, una vez construidas y exhibidas, no aportarán nada a lo que las sociedades consideran hoy fundamental para su bienestar y calidad de vida.

El Mundial ya está con nosotros

El Mundial ya está con nosotros. Su inicio está a la vuelta de la esquina. Nos rodea, nos abraza y pareciera que no nos va a soltar fácilmente por un tiempo.

La espera ansiosa de que llegara Junio 2014 y empezara a expandirse el opio mundialista, probablemente haya sido el sueño y anhelo de nuestros gobernantes y de los de otras partes del mundo que tienen dificultades para dirigir sus países.

A pocos días de su inicio, en un país futbolero como el nuestro, pareciera que no pasara otra cosa importante más que el Mundial. Para muchas personas el torneo es casi una molestia, y de ellas, unas cuantas ya se están cansando de su presencia, aún antes de empezar.

Tienen sus razones: los numerosos medios que lo van a cubrir, ya empezaron a saturar al público de informaciones y notas sobre lugares de las sedes y sus estadios, equipos candidatos y de relleno, jugadores que supuestamente serán protagonistas principales y de reparto, público local y turista, árbitros, etc. en sus espacios radiales, televisivos, escritos en papel y en diversas plataformas electrónicas. También son muchísimas las publicidades vinculadas al gran evento.

Por ahora, y solo por ahora, no hemos sido avasallados por la canción oficial del torneo. No se alegren por su ausencia, llegará en cualquier momento y se instalará en nuestros oídos por los próximos cuarenta días aprox.

A las masas futboleras de todo el mundo, que esperaron cuatro largos años para empezar nuevamente a vivir en la piel el rito mundialista, nada de eso las perturba.

Los americanos tuvimos que esperar veinte años para tener nuevamente un Mundial en el continente desde EEUU 1994, y veintiocho años para que se juegue en un país americano no sajón desde Mexico 1986, tan grato e inolvidable para nosotros. Hilando un poco más fino, desde hace treinta y seis años no se juega un Mundial en Sudamérica. Fue justamente nuestro torneo Argentina 1978 la última vez que rodó la pelota mundialista en los campos de juego del sur del continente.

Esa es una de las razones principales por las cuales los futboleros de Norte, Centro y Sudamérica especialmente, estábamos ávidos de que llegara este torneo. Lo van a jugar diez países del continente ( EEUU, Mexico, Costa Rica, Honduras, Colombia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Chile, Argentina ), así que el interés en esta parte del planeta está largamente asegurado.

Los hinchas fanáticos regionales ( me incluyo ) intentaremos llegar por cualquier medio a tierra brasileña, y junto con otros turistas menos comprometidos con el futbol, trataremos de presenciar los partidos de nuestros equipos o de otros países que consigamos entradas, y/o al menos palpar en carne propia el clima de lo que significa la máxima fiesta futbolera planetaria. Los que no puedan viajar, al menos podrán verlo por tele y sentirlo mucho más cercano que otros torneos.

Es probable que tengamos que esperar al menos dieciséis años más para volver a tener una oportunidad similar. Hace un tiempo se hablaba de que para cuando se cumpla el primer centenario de la realización del primer Mundial en Uruguay 1930, justamente en el estadio Centenario de Montevideo, era posible que uruguayos y argentinos armaran el Mundial en forma conjunta, como lo hicieron Corea y Japón.

De más está decirlo que es una conjetura que fue planteada antes de que los políticos de las dos orillas se enfrentaran y empezaran a mirarse con recelo y a dedicarse frases hirientes y poco constructivas para la hermandad rioplatense.

Por las dudas no tengamos otras oportunidades próximas en el tiempo, es hora de disfrutar éste Mundial, de cerca o de lejos, con pasión o sin ella. No sabemos cuándo llegará el siguiente a éstas benditas tierras sudamericanas. Puede volver a pasar muuuuucho tiempo, así que empecemos a saborear el inicio de Brasil 2014.

Javier Serrano 3 de Junio 2014

Falta muy poco

Ya se siente. El momento ya está llegando. Queda muy poco trecho por recorrer, y se nota. Los principales signos visibles e invisibles ya se están manifestando.

Los torneos de cada país y la Champions League ya han concluido hace unos días. Los jugadores ya se encuentran concentrados tratando de recuperar sus físicos, absorbiendo estrategias y tácticas provistas por sus técnicos, de recuperar o incorporar intimidad y buena sintonía con sus compañeros de aventura, y algunos están sufriendo la posibilidad de quedarse afuera a último momento de la cita profesional más soñada.

Los medios deportivos ya se han enfocado en el evento por el gran interés y ansiedad que se genera en los días previos, y por la disminución de otras noticias relevantes. Los periodistas ya se dividen entre los afortunados que van a viajar, y los que lamentan tener que ser los que transmitirán programas desde sus propios países.

Los dirigentes de la FIFA ya se van frotando las manos disfrutando en forma anticipada del éxito del mayor evento que organizan, y van preparando sus valijas y su agenda para ser testigos y protagonistas de lo que ya llega.

Entre los meses de Junio y Julio no habrá ningún evento deportivo que concentre tanta atención mundial durante varios días como éste, ni siquiera espectáculos de la talla de Wimbledon, la clásica gran cita londinense del tenis con las máximas estrellas del ex deporte blanco que recupera su blancura durante Junio, o las Finales de basket de la NBA en USA con sus MVP y las siglas y estadísticas que a uno se le ocurran, y su gran dosis del show business norteamericano.

Como siempre sucede, en estos días algunas personas en el país anfitrión están con los nervios de punta, tratando de cumplir con la misión encomendada, y otros tratando de cerrar un fabuloso negocio propio. Las obras de infraestructura seguramente se están desarrollando a un ritmo increíble de 24 x día para tratar de que no se note mucho que no estarán totalmente listas para el inicio del evento. Algunos tratarán que el costo de las obras pase lo más desapercibido posible, para tratar de evitar futuras críticas y sospechas de posible corrupción.

Por primera vez en la historia del evento, y sorprendentemente en uno de los países donde este deporte reina sobre muchos otros aspectos de la vida social, y donde su selección es uno de los máximos orgullos nacionales, hay manifestaciones públicas y muchas opiniones críticas centradas en los organizadores del país receptor en función de la utilización de enormes sumas de dinero necesarias para llevarlo a cabo. Muestra una increíble e inédita conciencia social que expresa y se queja de que tamañas fortunas se podrían haber utilizado para otros fines sociales más importantes y de largo plazo, necesarios para mejorar la calidad de vida de los menos pudientes y más desprotegidos. Lo expresado en textos, marchas, grafittis, etc. algún efecto tendrán en un futuro cercano o lejano para futuras citas de este gran evento que está próximo a comenzar.

Esas son algunas de las manifestaciones visibles de la cercanía de la gran cita mundial, pero también hay muchas invisibles, tan reales como las otras.
La ansiedad de cada fanático en cada rincón del mundo va en aumento, en forma proporcional a la cuenta regresiva que ya está muy cerca de concluir.

Los afortunados turistas fanáticos, aventureros y/o curiosos, ya empiezan a ultimar los detalles de su viaje. Los que los rodean, obviamente ya han sido informados de quienes van a ser los más envidiados de los próximos días.

En Latinoamérica, las cifras de los que viajan al evento seguramente establecerán records para la región. La oportunidad de ser parte de tamaña fiesta es única para todos ellos al menos por los próximos 16 años.

Los fanáticos que no tendrán esa suerte, ya van ultimando detalles del ritual habitual que se programa cada cuatro años para saborear lo que se viene. Los que no se organizaron con tiempo y todavía tienen televisores con tecnología antigua, o menos pulgadas de las que quisieran, y los que aún no tienen HD y sueñan tenerla durante al menos el próximo mes y pico, están intentando aceleradamente de ponerse en condiciones de tener el principal instrumento de recepción de los contenidos del evento, para que reproduzca de la mejor manera posible las imágenes que va a recibir durante un poco más de un mes. En nuestro país, esta vez hay menos cuotas ofrecidas con tarjeta para captar a los fans que sueñan con ver mejor lo que ya está llegando.

La cita cumbre del futbol mundial, celebrada cada cuatro años siguiendo el formato de las viejas olimpíadas griegas, está a punto de empezar. Brasil 2014 ya es un hecho concreto y palpable. El Mundial de Futbol para nosotros, la Copa del Mundo para otros, se desarrollará en varias ciudades brasileñas con la atención de fanáticos y curiosos de todas partes del mundo.

La globalización en una de sus grandes manifestaciones quedará una vez más en evidencia. Estamos todos conectados, y el futbol con su césped como sustento, su imprescindible pelota, los arcos y sus redes que darán cuenta de los goles que se produzcan, las tribunas llenas con el colorido que le brindarán los locales y los turistas de cada rincón del planeta. Los jugadores de los 32 países participantes, que serán los protagonistas principales de la fiesta y los que sean secundarios y colaboren para que el torneo sea una realidad de impacto global, lo van a demostrar fehacientemente.
Lo hará visible desde la importancia que tiene como deporte presente en casi todos los lugares habitados del mundo, posibilitando soñar, gritar, festejar, maldecir, etc. mientras emociona, divierte, entretiene y distrae, causando orgullo o vergüenza.

La Copa del Mundo Brasil 2014 se iniciará en unos pocos días. Será la gran cita “cuatrianual” del futbol mundial, y también será un gran instrumento masificador, creador y comunicador de expectativas, valores, orgullos, alegrías, tristezas, virtudes y defectos de las sociedades contemporáneas. Algunos aspectos saldrán a relucir, y otros se tratarán de ocultar al menos por unos días.

Desde este lugar quiero ser testigo, cronista y participante de esta apasionante cita deportiva y social, que disminuirá el pulso de buena parte del mundo durante un poco más de un mes, producirá un gran movimiento de personas y una audiencia mundial que probablemente establezca nuevos records.
Los protagonistas, los organizadores, los trabajadores, el público local, los concurrentes, los espectadores a distancia, ustedes y yo estamos prontos para intentar disfrutar de un nuevo mundial de futbol.

Brasil 2014 ya llega. Ojalá que sea una Copa del Mundo para recordar por un futbol bien jugado o al menos apasionante por sus grandes espectáculos, por grandes jugadas y goles, por la alegría que produzca como evento social, y por el color y buenos valores que aporten los que participen de él, para que sea una muestra de aceptación, tolerancia, confraternidad y fair play entre los jugadores y fanáticos de todo el mundo que participen siendo protagonistas de la gran cita futbolera, el gran espectáculo deportivo del año 2014. Bienvenidos, en unos días más podremos gritar……¡¡¡ Show Time !!!

Javier Serrano, 30 de Mayo 2014

La Copa de todas las Copas – La Nación y Cancha Llena

La Copa de todas las copas
Por Daniel Arcucci | canchallena.com 12 de Junio 2014

BELO HORIZONTE.- «Amamos el fútbol y recibimos este Mundial con orgullo: haremos de él la Copa de todas las copas.»

Dilma Rousseff escribió esas palabras a principios de este 2014 en Twitter, como respuesta a las críticas de la FIFA. Bien podrían haber sido un anticipo de su discurso en la fiesta inaugural, pero eso no será posible: la presidenta no hablará en San Pablo, acosada por buena parte de un país que, es cierto, se siente «el país del fútbol», pero también se siente «un país estafado».

Sin embargo, y también por eso, están dadas las condiciones para que ésta sea «la Copa de todas las copas». Por lo mucho que se juega, dentro y fuera de la cancha.

1 Por el Brasil futbolístico. Maracanazo es una palabra omnipresente, salvo en un sitio. Felipao, DT del seleccionado local, prohibió que fuera pronunciada por sus jugadores. Aunque, para él, lo que sucedió hace 64 años aquí mismo fue el comienzo de la grandeza de la selección más ganadora de todos los tiempos. La presión es enorme para un equipo que juega con la historia. Pase lo que pase, al final, en la final, se hablará de. Maracanazo.

2 Por el Brasil social. Muchos Mundiales modernos han tenido problemas previos. Ninguno llegó a este extremo: nunca la amenaza de boicot estuvo tan cerca de convertirse en algo real; nunca hubo grupos «anti-Mundial» tan institucionalizados. Desde una marcha de protesta que afectó la llegada del equipo local hasta las masivas huelgas de transporte que colapsaron ciudades, pasando por violentas manifestaciones, con fuerzas de seguridad incluidas.

3 Por el Brasil político y económico. Con elecciones a la vista, la Copa entra en la campaña. Dijo Dilma: «Los pesimistas ya están perdiendo. Decían que no íbamos a llegar con las obras… El Mundial dura un mes y los beneficios serán para toda la vida. Desde 2010, que comenzamos con las obras, se invirtió un 212% más en educación que en la construcción de estadios». Lo cierto es que hay obras sin terminar, que varios escenarios llegaron «a último minuto» y que los gastos se multiplicaron escandalosamente.

4 Por el Brasil de la seguridad. Un Mundial, normalmente, es una fiesta, salvo puntualísimas excepciones (lamentablemente, los barrabravas argentinos entre ellas). En este caso, las miradas de 181.000 policías, a razón de 2820 por encuentro, pondrán su atención en varios focos de posibles conflictos, sobre todo internos.

5 Por el Brasil logístico. El Mundial, más que en un país, se juega en un continente. Eso es, por tamaño. Enormemente más grande que Japón, Alemania o Sudáfrica, pero sin los trenes o autopistas de los dos primeros, como alternativa de movimiento. Será, este, un Mundial en avión.

6 Por Sudamérica. La Copa del Mundo vuelve, aquí sí literalmente, al continente de su debut después de 36 años, desde Argentina 78. Paradójicamente, la presencia y el peso sudamericano fue creciendo en ese tiempo de paréntesis: de tres representantes se pasó a cinco, acompañados por asiáticos y africanos, resultado de una política de poder estratégico de la FIFA.

7 Por el juego. Tres de los cuatro semifinalistas de Sudáfrica 2010 impusieron como moda el 4-2-3-1, aunque lo que quedó en la memoria colectiva fue el juego abarcelonado de España, dominante de toda una época. ¿Se impondrá un cambio? Quizás sea un síntoma que la selección local, curiosamente, pueda jactarse de lo que nunca: tener la mejor defensa del mundo.

8 Por Messi. «No necesita ganar la Copa del Mundo para ser el mejor», declaró Maradona. Pero hacía muchos años que el N°1 del momento no estaba sentado a la mesa de los N°1 de todos los tiempos: Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Diego aceptaron a Leo allí. Y Leo tiene la oportunidad, ahora, de ubicarse en la cabecera. Ganar un Mundial en Brasil con la Argentina sería algo muy difícil de comparar.

9 Por los ausentes. Siempre los ha habido. Pero en este caso, más allá de los que no viajaron porque no consiguieron el boleto (Ibrahimovic) o porque no se lo dieron (Tevez), la epidemia fue de lesiones. Se puede armar un equipo titular. De Valdes a Falcao, pasando por Ribery, Reus, Van der Vaart, Walcott.

10 Por la tecnología de las comunicaciones. Se dirá mil veces y una más cada cuatro años. El Mundial, plataforma de cambio: del télex en México 86 al fax en Italia 90; de la computadora en EE.UU. 94 a la redacción remota en Francia 98; del Wi-Fi en Japón-Corea 02 al blog en Alemania 06; del Twitter en Sudáfrica 2010 a la hiperconexión de Brasil 2014, en un teléfono.

El Mundial está aquí, al alcance de la mano.