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Textos e imágenes de fotos y videos referidos a la Semifinal que jugaron Argentina y Holanda

Argentina 0 vs Holanda 0, desde un lanchonete de San Pablo

San Pablo, 9 de Julio 2014.

La situación se repitió. Por quedarme hasta tarde en las cercanías del estadio Arena Corinthians donde iba a jugar Argentina, la Semifinal cuando llegué a la zona de la Fan Fest ya no se podía ingresar al lugar por estar lleno.

No lo lamenté, porque había disfrutado plenamente de la Previa cerca del estadio, palpitando el clima tenso, nervioso y festivo que se vivía esa tarde definitoria del futuro de nuestra selección, que la podía colocar en una Final de un Mundial 24 años después de la última vez.

Después de sacar unas fotos de los eufóricos hinchas en la zona del Teatro Municipal, me dirigí rumbo al mismo lanchonete en donde había visto el triunfo argentino frente a Suiza. Ahí me puse a ver el partido entre unos 150 a 200 espectadores, en su gran mayoría argentinos.

En el momento de máxima emoción y desahogo, cuando Maxi Rodríguez metió el penal que nos dio el pase a la Final, me robaron la billetera aprovechando que el apretujamiento y los saltos de alegría me hicieron perder el equilibrio y no pude evitar que me la sustrajeran, aunque me había dado cuenta del hurto.

Tardé unos cuantos minutos hasta que pude sumarme a la fiesta. Por suerte no tenía ahí el pasaje del omnibus que iba a tomar rumbo a Rio un rato después, ni tampoco mucha plata. Nunca encontré la billetera tirada,

El festejo terminó con una gran muchedumbre saltando, gritando y cantando frente al Teatro Municipal.

La Previa de Argentina vs Holanda, un rato antes

San Pablo, 9 de Julio 2014.

Estuve sacando fotos en el playón de la terminal de omnibus cerca del estadio y de la estación de Metro hasta avanzada la tarde. Un rato antes de irme de ahí, saqué fotos a un grupo de llamativas holandesas, y luego me saqué una foto con ellas,

Un rato después me subí al Metro para dirigirme a la zona de la Fifa Fan Fest, para intentar ver el partido en pantalla grande. En el vagón del tren me encontré con un grupo grande de holandesas, sin darme cuenta que varias eran las mismas que se habían sacado una foto conmigo un rato antes.

Una chica y yo nos sacamos varias fotos con ellas. yo le sacaba a ella, y ella me sacaba a mí, y luego nos sacamos una foto juntos. En ese viaje de unos veinte minutos, terminé charlando con Pedro, un abuelo que estaba con sus nietos, y con un agradable joven llamado Marcos Silva. Al llegar a la estación Luz me saqué fotos con ellos.

Como era de suponer, la Fan Fest estaba llena desde temprano, y no pude acceder a esa zona para ver el partido. Enfrente al Teatro Municipal, que se encuentra junto al sector de acceso a la Fan Fest, se había congregado muchísima gente. Ahí me volví a encontrar con Sarah y Talita, quienes me habían pintado la cara en el partido contra Suiza, y me volvieron a pintar esa tarde. No soy cabulero, pero las dos veces que ellas me pintaron fueron tardes de gloria para la Selección.

Terminé viendo el partido en el mismo lanchonete en el cual había visto el partido entre Argentina y Suiza por los Octavos de Final.

La Previa de Argentina vs Holanda, cerca del estadio

San Pablo, 9 de Julio 2014.

Previa del gran partido definitorio entre Argentina y Holanda, para ganar un lugar en la Final a jugarse en el famoso Maracaná.

Descendiendo por unas escaleras mecánicas desde la estación del Metro, se accede a una terminal de omnibus y a unos locales de despacho de alimentos y bebidas.

Cruzando la calle uno podía acercarse al público que se dirigía al estadio en una larga procesión. Esa zona también era ocupada por los que no tenían entradas, y habían sido derivados a ese sector fuera del recorrido hacia el estadio. Algunos preguntaban donde podían conseguir entradas, y otros como yo se quedaban un rato ahí, para luego enfilar hacia la estación en busca de llegar a la Fifa Fan Fest para ver el partido en pantalla gigante.

La Previa de Argentina vs Holanda, cerca de la estación

San Pablo, Miércoles 9 de Julio 2014.

La estación de Tren llamada Corinthians – Itaquera es el destino final del tren express que sale de la estación Luz. Esa estación es el lugar de llegada del público que desee ingresar por el sector «Leste» al estadio Arena Corinthians o Itaqueirao.

Allí me dirigí a primera hora de la tarde para palpitar una Previa emocionante de un partido decisivo, ya que faltaban pocas horas para que se iniciara el match entre Argentina y Holanda, que iba a clasificar al segundo Finalista, y que sería el futuro rival de Alemania.

En el tren me di el gusto de ser entrevistado en vivo por una periodista brasileña. Luego de descender en la estación, me instalé en el puente que lleva al acceso al Shopping Itaquera o al camino en bajada que lleva al estadio, Buena parte del público que se encaminaba para ver la Semifinal debía pasar por ese lugar.

Con la llegada de cada tren, oleadas de hinchas invadían el puente y lo cruzaban velozmente para seguir viaje rumbo al estadio. Muchos personajes pintorescos, especialmente los holandeses, se tomaron su tiempo y aceptaron posar muy amablemente para mí o conmigo.

Un alemán posó recordando los siete goles hechos por su equipo el día anterior frente a Brasil, y mi pulgar en alto sin querer completó el score que tanto dolió a los brasileños.

La épica impulsa a un equipo que no cree en imposibles – La Nación

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Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Otra vez, en la final

La épica impulsa a un equipo que no cree en imposibles

Por Cristian Grosso | LA NACION

SAN PABLO.- Cada arenga presagiaba la victoria. Cada rostro estallaba de furia y las venas explotaban de confianza. No había miedo. No eran gritos de pánico ni descargas para exorcizar los fantasmas que merodeaban después de dos horas de batallas tácticas. Estaban convencidos de que iban a ganar. Estaban contagiados de una épica conmovedora.

Abrazados, apretados como en la cancha, fundidos en la hermandad que se transformó en la marca de este seleccionado que con la prepotencia de su orgullo se metió en la final de la Copa del Mundo. Se pararon frente a los penales con tanta energía y determinación que hasta eran capaces de intimidar al destino.

Esta vez nada ni nadie le podría arrebatar a la Argentina el derecho a creer que no hay imposibles.
Un equipo que vive del sufrimiento y la resistencia. Que olfatea la adversidad y afila los colmillos. Un equipo que no parece integrado por un buen puñado de los mejores cracks del firmamento futbolero, sino por tipos comprometidos hasta la médula. Con un carácter impetuoso, rebelados contra la cadena de decepciones que la selección se acostumbró a coleccionar en los últimos 20 años.

Brasil 2014 marcará sus carreras por siempre, al margen de cómo termine la aventura el próximo domingo con la intimidante Alemania, en el Maracaná: ya no son estrellas ni fantásticos, se transformaron en guerreros de una causa que desborda una anabolizante pasión. Son como peleadores callejeros, basta que vean o prueben sangre para arremangarse e ir por más.

La lógica de la paridad empujó la definición a la crepitante vía de los penales. La Argentina le dedicó un asfixiante compromiso al partido, con futbolistas disciplinados en todo momento por respaldar al compañero. Por cubrirlo. Por protegerse entre todos. Faltaron fantasías ofensivas para quebrar el pizarrón en el que se espejaron argentinos y holandeses. Pero la selección jamás soltó las riendas, aunque la descolorida tarde de Higuaín y Lavezzi no representara un abanico ofensivo estimulante. Aunque Palacio y el Kun Agüero tampoco trajeran soluciones desde el banco. Y aunque Leo, sí, también Messi, sólo ofreciera pinceladas intermitentes.

La Argentina se sostuvo en su coraje a prueba de cualquier desánimo. Así como el arco de Chiquito Romero se volvió impenetrable desde los octavos de final, el carácter de la selección también está blindado. A veces hasta un estado de ánimo alcanza para ser campeón, se advirtió hace unos días. Aquel conjunto sin garantías de estilo ni funcionamiento en los primeros partidos del Mundial, de algo está hoy tan seguro como orgulloso: inagotables dosis de tenacidad impulsan a una selección que eligió la inmolación para llegar hasta donde sea.

Mascherano ejerce un natural liderazgo emocional porque es un caudillo que viene de otras épocas, pero esparció semillas de arrojo y perseverancia que alumbraron una fecunda cosecha. Todos le han puesto un precio muy alto a su pellejo.

La Argentina se entregó a martillar con el peso de su alma. Bravía, indómita. Un grupo amotinado contra la fatalidad, por eso en el último minuto del tiempo regular apareció Mascherano para barrer el mano a mano que a Arjen Robben se le había negado en todo el partido y ya paladeaba. La lluvia que regaba el estadio Itaquerao invitaba a la epopeya, al relato legendario. Y el desfiladero tapizado de piezas de ajedrez condujo a los penales que, por antecedentes, obligaban a observarlos con desconfianza. Con el recelo de aquel que se encuentra con un desengaño.

Pero en la cancha estaban los vengadores con su avasallante personalidad. Para desquitarse de heridas de ayer, para desagraviar a otras generaciones. Para espantar los peores pronósticos cuando espiar el pasado cercano recordaba la final perdida con Brasil en la Copa América de Perú 2004. Y la eliminación con los alemanes en Berlín, en los cuartos de final del Mundial 2006. Y la ingrata Copa América de 2011, en casa, cuando Uruguay destrozó aquella esperanza.

Todos esos mazazos habían llegado por penales. Pero el espíritu de los gladiadores tenía el antídoto para que la selección se quedara con cuatro de las cinco definiciones que asumió en los mundiales. Para que la figura de Romero se vistiera de héroe al atajar dos remates y, por un instante, impregnar al estadio con aquella fragancia de Italia 90. Sólo por un instante, porque el nuevo desafío será torcer ese recuerdo, aunque el rival sea el mismo. En realidad, éste es mucho mejor. Atención: los vengadores son inconformistas. Al final, la emoción los atrapa y lloran. El latido de todos juntos construye un equipo feroz.

El equipo que calca la historia – La Nación

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Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Opinión

El equipo que calca la historia

Por Daniel Arcucci | LA NACION

SAN PABLO.- En este atardecer del 9 de julio de 2014, Chiquito Romero, gigante, camina hacia el arco con la misma confianza con la que el Vasco Goycochea, enorme, caminó aquel anochecer del 3 de julio de 1990. Arde San Pablo ahora como ardía el San Paolo entonces, aunque acá en Brasil hace un frío que cala los huesos, en medio de una lluvia triste, y allá en Nápoles estábamos en plena «estate italiana», con un sofocante calor de verano.

Ya escuchó, Romero, cómo Mascherano le gritó que iba a ser un héroe, así como Goycochea había escuchado de boca de Maradona que iba a atajar dos. La confianza se la ganaron en plena competencia, la misma que les había faltado antes de llegar al Mundial. Ya escuchó el equipo, también, cómo más de medio estadio se le ponía en contra, con brasileños que de pronto se habían transformado en holandeses, acá, así como los napolitanos se habían visto obligados a dividir su pasión, allá, con una bandera que lo explicaba: «Diego, Nápoles te ama, pero Italia es nuestra patria».

Parece empeñado, este seleccionado de Sabella, en recorrer el mismo camino que aquel de Bilardo, casi un cuarto de siglo después. Rompe maleficios, calca la historia. Igual de cerrado en sí mismo ante las críticas, primero. Igual de convencido para elegir un perfil, aunque no sea el más simpático, después.

El día que comprendió que la fórmula de los cuatro fantásticos no funcionaba, eligió el camino de los once guerreros. Y allá va, como aquél. Casi disfrutando el sufrimiento. Haciéndolo parte de su personalidad. Ni cerca ha estado de ser el equipo más vistoso del torneo y ya no lo será, pero así llegó hasta donde llegó. Como aquél.

Romero atajó el primero, a Vlaar, así como Goycochea había atajado el último, a Serena. Fue como si la serie de penales hubiera continuado, de manera mágica, con las imágenes en pausa durante 24 años. La proeza, después de un partido cerrado, táctico hasta la exasperación, vuelve a ubicar al equipo en el deseado séptimo partido y en el escenario soñado. En el estadio Olímpico de Roma debía estar Italia; en el estadio Maracaná de Río debía estar Brasil. Pero uno no estuvo y el otro no estará. Estará la Argentina contra Alemania, otra vez. Como entonces…

El plan de Sabella en la batalla del Itaquerao – La Nación

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Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Un duelo de estrategias

El plan de Sabella en la batalla del Itaquerao

Por Christian Leblebidjian | LA NACION

SAN PABLO.- No recuerdo haber visto un partido así. Tan táctico, tan posicional, tan estratégico desde sus duelos en los uno contra uno, desde las telarañas defensivas y las búsquedas de contraataque.

Algo muy parecido se vio en el calor de Barranquilla, en 2011, en aquel partido que la Argentina le ganó a Colombia 2 a 1. Leonel Álvarez, DT local, pensó: «Para que a Colombia lo agarren con espacios en su defensa, primero tiene que atacar». Y no atacó, le planteó un partido «espejo» al plan argentino, cortándole la posibilidad de contraataque, el mayor potencial del equipo de Sabella. Aquel primer tiempo fue como todo el partido de ayer.

En el extremo de intensidades y búsquedas ofensivas se pueden ubicar los duelos entre el Barcelona de Pep Guardiola y el Atlético Bilbao de Marcelo Bielsa: golpe por golpe, defensas de dos contra dos, avances respaldados con cinco o seis jugadores, dos equipos asumiendo riesgos hasta el final de sus posibilidades, miles de situaciones.

Lo de ayer fue distinto. Quedará como la batalla del Itaquerao: presión en la mitad de la cancha, marcas asfixiantes sin necesidad de abusar de las infracciones (sólo 10 de la Argentina contra 15 de Holanda), movidas de ajedrez, paciencia de ambos lados para jugar la pelota el mayor tiempo posible sin ponerla en riesgo, infinidad de pases atrás hacia los arqueros.

Durante 120 minutos hubo apenas tres situaciones de gol: el tiro libre de Messi y la chance desperdiciada por Palacio. Por el lado holandés, el cierre salvador de Mascherano ante Robben. Casi no hubo remates desde fuera del área y de las 15 pelotas paradas (8 del lado argentino y 7 de Holanda), sólo la de Garay generó algún murmullo. Es que los futbolistas habilidosos tampoco estuvieron finos en las ejecuciones de los centros.

El pizarrón de Van Gaal fue interesante, como en toda la Copa: sorprendió con De Jong y aun así tenía la chance de armar cuatro equipos posibles. Pero, como se suponía, volvió al 5-3-2 que había utilizado ante España, Australia, Chile y México, porque no le había conformado el 3-4-3 planteado ante Costa Rica.

No sólo eso: Sneijder arrancó haciéndole marca personal a Biglia, para taparle ese primer pase; Wijnaldum tenía que controlar de cerca a Mascherano (no encimarlo, tenerlo ahí), De Jong fue con Messi, Kuyt con Lavezzi y Blind con Enzo Pérez; incluso Van Persie, en el retroceso, tenía que bajar hasta la mitad de la cancha para tener en la mira a Garay en caso de que fuera alternativa de descarga.

¿Qué estaba en la mente de Van Gaal? Obligar a la Argentina a jugar por el callejón central, presionar y esperar el momento justo para anticipar, robar, y tratar de llegar en tres toques hasta Romero. Un par de veces logró que sus rivales cayeran en la trampa.

La Argentina salió 4-4-2, pero (para jugarle «espejo» a Van Gaal) durante varios pasajes utilizó la línea de 5. No le hizo falta a Sabella confirmarla desde los nombres, ya que la armó con Mascherano entre los centrales, pero también ocasionalmente con Lavezzi o Enzo Pérez como laterales derechos, cerrándose Zabaleta como un central más.

«Vamos a atacar con la gente necesaria y no con más», había dicho el DT un día antes. Para que no lo agarraran mal parado, casi no atacó. Y, cuando lo hizo, apenas desprendió tres o cuatro jugadores. Así neutralizó la principal carta ofensiva de Holanda. Sabía que, en espacios reducidos, le cuesta progresar. Así fue.

Para que el plan fuera perfecto, a la Argentina le faltó insistir por la derecha, ir más decidido para atacar por el costado izquierdo holandés. Van Gaal vio el déficit y con un solo cambio (Janmaat por Martins Indi) modificó casi toda la defensa. Sabella tuvo, en un momento, a cuatro delanteros, pero nunca se salió del «espejo». No asumió riesgos y por eso fue empate. Y si bien Argentina festejó en los penales, los técnicos quedaron a mano.

Escribo desde el corazón – La Nación

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Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Escribo desde el corazón

Por Juan Pablo Varsky | Para LA NACION

SAN PABLO.- Algún día voy a escribir de Mascherano, el nuevo prócer del fútbol argentino. Del partido descomunal que hizo, de ese corte en la última jugada del segundo tiempo, cuando por única vez Robben pudo entrar en el área con peligro. De su llanto del final, que te dan ganas de abrazarlo y llorar con él.

Otro día escribiré sobre Sergio Romero, «el arquero sin ritmo» que nos puso en la final. En otro momento escribiré sobre Garay, ese central que sigue anulando delanteros. Ayer, Robin van Persie y Huntelaar se sumaron a la lista de Origi, Lukaku, Drmic, Seferovic.

Queda pendiente la crónica sobre Martín Demichelis, el hombre que le ganó al estigma. Ya está Martin. Olvídate del boliviano Marcelo Martins. Quedó archivado. Marcaste al futbolista más desequilibrante del torneo con aplicación y concentración durante 120 minutos.

El cuadrado fantásticos de centrales y medios se completa con Lucas Biglia, Mr. Juego Simple. Corre, piensa y se la pasa a un compañero. Y a Pablo Zabaleta, un líder por consistencia y por autoridad. Y a Marcos Rojo; ése que te hacía reír cuando repasabas el equipo, hoy te emociona por su esfuerzo y su rigor en la marca. No pasa nadie por ahí. No hace falta que le pidas perdón.

Vinimos a ver el ataque argentino. La defensa gana campeonatos. Algún día recordaré el destino de elegido de Maxi. Hace ocho años, la clavaba en el ángulo ante México. Hoy acierta el último penal. ¡Y cómo se rompió el alma en su querido Newell’s para ganarse su tercer Mundial!

Ya está, Rodrigo. No te tortures más con la jugada del suplementario. Desde arriba era fácil dejarla bajar un poquito y darle de zurda. ¡Buena, Kun! Te falta mucho, pero te quedas con sensaciones positivas de la prórroga y metiste tu penal. Clave, para darle dos match-points al equipo.

Otro día voy a destacar el partidazo de Enzo Pérez. La personalidad y el atrevimiento para pedirla y gambetear hacia adelante. Se entendió muy bien con Higuaín, otra vez muy dinámico y preciso con la pelota. Yo no los hubiera sacado, pero Sabella sabe más que cualquiera de nosotros, aun cuando sus decisiones no nos gusten o no tengan el efecto deseado dentro de la cancha. Humildad y trabajo, dijo luego del triunfo.

El trabajo paga. Siempre. Los hechos, como evidencia y como respaldo. Ya habrá tiempo para valorar el funcionamiento, la inteligencia y el coraje que mostró el equipo ante la brava Holanda en un ajedrez futbolístico.

Otro día le tocará a Lavezzi, el favorito de las chicas. El hombre del equilibrio, que le dio simetría y balance al equipo cuando entró por Agüero ante Nigeria para nunca más salir. Y también habrá para Di María, por su gol ante Suiza, fundamental para llegar hasta acá.

No hay equipo sin plantel. Basanta, Gago, Fede y Augusto Fernández, Campagnaro, Ricky Álvarez. Los arqueros Andújar y Orion, siempre alentando y ayudando al titular Romero. «Te comés el mundo y te convertís en héroe», le dijo Mascherano antes de los penales.

Leo, faltas vos. Fue duro contra el enorme De Jong. Vas a jugar una final del mundo. Tus compañeros te llevaron al Maracaná. Ahora te toca llevarlos a la gloria. Domingo 13 de julio es tu fecha con la historia. Y ante Alemania, justo los que te sacaron de tus dos Mundiales anteriores. La mesa está servida, Enano. Es tu turno.

Habrá tiempo y espacio para el análisis. Hoy, no. Estoy llorando de la emoción y escribo lo que puedo, lo que me va saliendo del corazón.

Finalista por dura y rebelde – La Nación

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Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Un equipo que cumple objetivos

Finalista por dura y rebelde

Por Claudio Mauri | LA NACION

SAN PABLO.- De rebelde alcanzó la final. De porfiada y tenaz. De convencida de que ése era su destino y ni la rocosa Holanda la iba a apartar. Cumplió con su idea fija, con su misión impostergable.

Dura es esta Argentina, como la cabeza de Mascherano, que recibió un golpe como para causarle una conmoción cerebral y siguió jugando porque el corazón lo tenía intacto, le seguía bombeando sangre guerrera. Dura como la mandíbula de Zabaleta, que de un choque con Kuyt le quedó como si se hubiera cruzado con Mayweather. A morder una gasa y a seguir jugando, que la batalla necesitaba de todos los soldados, aunque estuvieran heridos y extenuados. Dura como ese brazo vendado de Biglia, que se retuerce de dolor tras un topetazo con Clasie, pero ni se le ocurre abandonar.

En el Itaquerao, un nombre que al pronunciarlo hasta se le encuentra alguna resonancia belicista, se disputó una batalla, no violenta ni con mala intención, pero sí muy táctica, áspera, de choque repetido, de conquista por cada centímetro del campo como si fuera la tierra prometida.

En capacidad de sufrimiento no le gana nadie a esta Argentina. Quedó demostrado una vez, como en anteriores partidos. Y de fútbol anda corta, pero tampoco se encontró con algún rival que la haya superado en ese rubro, en el que Alemania impresiona con su juego académico. Ése es el Everest que le espera el domingo en el Maracaná, pero no es menor que ya haya hecho cima con una final.

El seleccionado que llegó al Mundial con la etiqueta de los Cuatro Fantásticos y un poder ofensivo que era la envidia de todos sigue adelante porque encontró la manera de ser un bloque compacto en defensa, de juntar esas líneas separadas que tanto desvelaban a Sabella, de dar un paso atrás y ser más selectivo en los ataques. Del golpe por golpe al estudio, el cálculo y la especulación. La Argentina no juega con una sonrisa, es seria. Por cada caricia que le niega a la pelota aprieta los dientes con más fuerza. Apechuga, resiste y asalta.

Antes del Mundial, desde estas líneas se aventuró que Sabella no es la clase de técnico de morir con las botas puestas, por aquello de mantener a los Cuatro Fantásticos contra viento y marea. Es de elegir calzado para cada ocasión. Y las circunstancias, las lesiones y su buen ojo lo llevaron a dar con esta horma que no muchos hubieran aventurado hasta hace unas semanas.

Con la elección de Demichelis para darle seguridad y aplomo a una zaga central que tiene en Garay a uno de los mejores del Mundial en su puesto. Con Biglia levantando junto con Mascherano una aduana en la que quedan muchas pelotas. Con Enzo Pérez sumándose a la causa con solidaridad y sentido colectivo para cubrir la sensible baja de Di María.

Esta Argentina dependiente de Messi es capaz de sobrevivir a una noche apagada de Leo, y con poca compañía, que también hay que decirlo. El equipo, guste más o menos, fue apareciendo mientras fue superando etapas con un aporte individual decisivo por encuentro. Primero fue Messi, después se sumó Di María, otra tarde fue Higuaín y ayer fue el turno de Romero, este arquero sin continuidad en Monaco que, en vez de olvidarse de atajar, acumuló ganas para demostrar su valía.

La semifinal fue fea para ojos imparciales y un parto para los que la siguieron con algún interés en particular. Una partida de ajedrez, con tablas constantes. Mucho estudio, poco atrevimiento. Con parejas: De Jong siguiendo a Messi, Sneijder tapando a Biglia.

Fue un partido de defensores, sobre todo de los zagueros centrales, que impusieron condiciones. Notable la actuación de Vlaar en el anticipo y en el corte. Imponentes Garay y Demichelis. En ese contexto, era lógico que las ocasiones de gol escasearan.

Holanda tenía un gran despliegue, pero poca creatividad para encontrar a Robben y Van Persie. Los ingresos de Palacio y Agüero suponían una mayor agresividad ofensiva que no fue tal, si bien el delantero de Inter resolvió mal con un cabezazo débil la situación más clara de los 120 minutos. El destino de los penales era inexorable. Situación límite para esta Argentina que no siente vértigo, especialista en salir con vida cada vez que está entre la espada y la pared.

El peregrinaje hacia una Final histórica – La Nación

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Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Cómo lo vivieron los hinchas

El peregrinaje hacia una final histórica: los argentinos

Hubo 25.000 simpatizantes albicelestes en el Itaquerao; aunque fueron visitantes, cargaron a los brasileños por su eliminación y sufrieron por los penales

Por Nicolás Balinotti | LA NACION

SAN PABLO.- Dicen las paredes en la estación de tren Itaquera: «Brasil, camino al hexa». Saluda otra pintada, con cuidado arte callejero: «Bienvenidos al Mundial». El color de las banderas hace parecer que el mundo está reducido a ese pedazo de muro. Hay que detenerse en el mensaje. Porque lejos de un cálido recibimiento, los argentinos ingresan en el estadio como quien pone un pie en tierra enemiga.

Sobre la cuesta que une la estación con los accesos, una brasileña de tez morena y ojos incoloros guía a la marea con un altavoz. Lo hace subida a una banqueta alta, como la de los árbitros de tenis. «Que levanten la mano los de Holanda», grita. Los de naranja saludan, vivificados por varios litros de cerveza. «Un vamos para los de Argentina», intentan animar a la otra parcialidad. Los argentinos le responden con ironías: «Te comiste siete», y le exhiben el número, con los dedos de las manos. Lo que queda de la rampa se trepa a los cánticos: «Brasil, decime qué se siente.»

Antes de cruzar el primer control, tres amigos de Victoria se roban la atención con la leyenda de sus camisetas: «Vai embora, 1-7, 8 de julio de 2014». Otra referencia con sarcasmo para los brasileños, todavía incrédulos ante una eliminación que será eterna, tanto o más que el Maracanazo del 50.

El Itaquerao espera en la cima. Desde lejos, se distingue como una maqueta en obra. Con el Mundial ya casi terminado, el estadio muestra aún muchos cabos sueltos. En el peregrinar del público se cruzan argentinos, holandeses y brasileños vestidos de naranja. También hay hinchas de otras nacionalidades, que lejos de ser neutrales, se vuelcan por algún equipo. Así lo demuestran los bolivianos Fabio y Oscar, vestidos de coya de pies a cabeza, y dispuestos a «alentar a los hermanos sudamericanos».

En uno de los accesos se encuentran el sindicalista Pablo Moyano y Martín Redrado. ¿Alianza en puerta entre el camionero y uno de los economistas favoritos de Sergio Massa? No da la sensación, a pesar del afectuoso abrazo. Para los políticos, los mundiales siempre son una excusa para huir del país.

Adentro, el Itaquerao es un hervidero. Ni la intensa garúa nubla el entusiasmo de unos 25.000 argentinos que se sienten visitantes, pero que así y todo desafían a los locales. «Esta lluvia de mierda no quiere parar, es Brasil que no para de llorar», gritan a coro. Como réplica, surge una tormenta de abucheos y una melodía que suena a desahogo: «Pentacampeón».

El nerviosismo de un empate que parece inquebrantable baja la tensión. La rivalidad entre argentinos y brasileños ahora es muda, con cruce de miradas hostiles y gestos. La Argentina y Holanda igualan, y el azaroso ritual de los penales dirá quién jugará la final con Alemania. Los nervios se anidaban en los estómagos de los simpatizantes.

Están todos petrificados, encomendados a la lotería de la definición desde los doce pasos. Las atajadas de Romero se gritan con alma, como un gol. Esta vez el héroe no es Messi, sino que es él. Ese arquero que sonríe cara a cara con una hinchada que alguna vez lo puso en duda. Como a Goycochea, en los lejanos 90.

AL FINAL, MÁXIMA ALENTÓ A LOS HOLANDESES
Luego de muchas especulaciones, el Palacio Real de Holanda zanjó la duda sobre el seleccionado al cual alentaría la reina Máxima. La Federación holandesa comunicó que había recibido el deseo de «suerte» de los reyes Guillermo y Máxima, que fue leído a los futbolistas por el entrenador Louis Van Gaal antes del partido.

Fuimos locales otra vez !!!!!

Estuve en las adyacencias del estadio Arena Corinthians y de la Fifa Fan Fest el histórico día 9 de Julio de 2014, en el que Argentina volvió a lograr un pase a la Final de una Copa del Mundo luego de 24 años de espera y frustraciones, después de perder la Final contra Alemania ( justamente nuestro futuro rival ) en Italia 1990. En la fecha de conmemoración de una fiesta patria tan importante, los argentinos en nuestro país, en el exterior y especialmente los que estamos en Brasil, nos dimos un gran gusto y tuvimos una enorme alegría futbolera !!!!!

La jornada fue muy larga e intensa para mí, así que la nota será un poco larga, pero espero que la encuentren sabrosa. La mayoría de los buenos momentos que pasé están registrados en las fotos que acompañan esta nota, que espero que disfruten aunque sea algo de lo mucho que yo lo hice mientras las tomaba.

Ayer los argentinos coparon San Pablo. Muchos estuvieron viendo el partido dentro del estadio, pero muchísimos más que no tenían entradas como yo que ni me preocupé en intentar conseguir una ( se trataban de vender a un valor entre 3000 y 4000 Reales en la previa por internet, unos u$s 1350 a 1800 ), estuvimos pululando por la zona de la Fifa Fan Fest, principalmente.

Empecé la previa al partido viajando en el tren express que sale de la antigua y muy atractiva Estación Luz, que llega al estadio sin escalas en unos 20 minutos. Como me pasó el día del partido con Suiza, que me encontré en el Metro ( subte ) con Andy Kusnetzoff, Sebastián Wainraich y Gabriel Schultz ( quienes compartieron la conducción de TVR antes de la etapa actual de Gabriel junto a Pablo Rago ), en mi vagón viajaba conmigo una joven notera de O Globo, que empezó a entrevistar a unos argentinos que viajaban en el medio del mismo.

Me acerqué, saqué una foto y en ese momento ella me miró y me empezó a preguntar por el partido. Hice varios comentarios en mi portugués semi-rudimentario, y uno de los argentinos me alentaba y me decía “Bien Macaya !!!!”.

A la salida del tren nos sacamos una foto con ese grupo de argentinos, y yo seguí sacándole fotos a la periodista mientras entrevistaba a un holandés en el andén. La productora me dijo que no sacara fotos con flash, ya que estaba saliendo en vivo !!! y que las notas las podía encontrar en internet. La voy a buscar.

Como en el partido de Cuartos frente a Suiza, nuevamente me instalé a la salida de la estación de tren, donde tenía que desembocar todo el público que quería ingresar por la entrada “Leste”.
Tomé y compartí un montón de fotos con holandeses/as, argentinos/as de distintos puntos del país y turistas de otros países. Una de los mejores recuerdos es una que me saqué con un alemán que llevaba puesta su camiseta, y mientras yo levantaba el pulgar para la foto, él marcó el número 7 con sus dedos, con lo cual aparecemos recordando el 7 a 1 del día anterior frente a Brasil. La foto no estuvo armada, y quedó muy graciosa, salvo para los brasileños que la vean.

Como en otros partidos, también se jugó el Mundial religioso. Estaban presentes en la zona de la estación un grupo de brasileños evangélicos repartiendo folletos y con una bandera que decía “We are more than conquerors in Christ”, y dos pares de chicas centroamericanos con carteles como “Brazil and Barbados for Christ” y “Argentina para Cristo”. Me saqué fotos con las chicas y sus carteles.

Al regreso viajé en el vagón del tren con un grupo numeroso de holandesas que al igual que yo habían ido a participar de la previa. Como la mayoría de los holandeses, estaban vestidas con detalles estrafalarios, para participar de los partidos como si fueran a una fiesta. Es un rasgo muy distintivo de esa hinchada, que ya había percibido en el partido contra Chile cuando estuve en el mismo estadio de ayer en San Pablo el día de mi llegada a Brasil.

El color naranja presente en la ropa de todos, ya sean hombres o mujeres, sumado a la belleza femenina de las nacidas en tierra de su Reina, nuestra Máxima, invitaron a sacarles fotos en los dos partidos que jugaron en San Pablo y al que vi contra Costa Rica en la pantalla de la Fan Fest. Todos son muy simpáticos y sonrientes, y se prestan naturalmente a ser fotografiados solos o si uno quiere sacarse una foto con ellos. En la Categoría Fans de Holanda del Blog, podrán encontrar unas cuantas fotos muy simpáticas y coloridas de ellos y ellas.

Aunque calculé volver desde el estadio con tiempo para entrar en la Fifa Fan Fest, nuevamente no pude ingresar. A las 15:50 hs., o sea una hora y diez minutos antes de empezar el partido, el espacio para presenciar el partido a través de una pantalla gigante, estaba colmado por 25.000 o 30.000 personas, de acuerdo a la capacidad que se anuncia oficialmente acá, y no permitían el ingreso por ninguno de los dos accesos, al numeroso público que se encontraba en la zona tratando de entrar.

Yo me quedé resignado en el área del acceso cercano al Teatro Municipal, y aproveché para reiterar el rito de hacerme pintar la cara, como lo hice en el partido contra Suiza. No soy cabulero, pero me gustó repetir el gesto y quería tener un toque personal. Pedí que mi bandera estuviera como flameando.
Bajo una leve y persistente lluvia me dirigí al espacio adyacente al mismo lanchonete en el cual me había instalado a ver el partido frente a Suiza. Había muchísima más gente que el día que jugamos los Octavos, y me sorprendió que hubiera muchos brasileños. Ese día era feriado en San Pablo, y por eso calculo que también se llenó la Fan Fest con muchos de ellos que fueron a alentar en forma mayoritaria y abierta a los holandeses y a oir el show posterior al match.

Vi el partido apretujado, con clima de cancha, ya que hubo cánticos de los argentinos que eran muchos y hubieron algunos momentos en que un grupo de brasileños entonaba sus propios cantos.
El partido no fue emocionante, pero el climax llegó al final de los 90 minutos, cuando Mascherano evitó con su estirada y excelente barrida el gol de Robben, durante el segundo suplementario cuando Argentina estuvo cerca de hacer el gol por medio de Palacio y alguna otra jugada que llevó peligro, y principalmente durante la serie de penales.

Las atajadas de Romero se gritaban como si fuera un gol, y el delirio empezó cuando Maxi Rodríguez clavó el gol definitivo. Fue un pandemonium, y en ese preciso momento me robaron la billetera, que yo la venía tocando constantemente, cuando me desacomodaron en el medio del festejo todos apiñados.
Por suerte no tenía en ese lugar el pasaje a Rio de esa misma noche, los tickets de las valijas que había dejado en depósito en la Rodoviaria, ni mucha plata. Fue un gran disgusto y me costó bastante asumir la situación y sumarme a la fiesta. Junto a mí le robaron un celular a un argentino, y en la Rodoviaria otro me contó que le habían robado de la misma manera que a mí. Por lo visto, los pungas no son solo nuestros….

Luego de no encontrar la billetera tirada mientras todos festejaban como locos a mi alrededor, me dirigí a la zona del Teatro Municipal, donde se había congregado el grueso de argentinos para festejar. Estuvo muy divertido, con los cánticos de siempre, destacándose principalmente el dedicado a los brasileños ( Brasil, decime que se siente, tener en casa a tu papá… ) y a los ingleses ( el que no salta es un inglés ), y el clásico y muy apropiado por la ocasión: y ya lo ve, y ya lo ve, somos locales otra vez !!!!!!

Como llovió en varios momentos de la tarde y noche, cada vez que se intensificaba, los hinchas cantaban un cántico alusivo a la lluvia vinculándolo con los llantos de los brasileños por su humillante derrota, y se acordaban del resultado 7 a 1 gritando todos los números del uno al siete para recordar el histórico partido.

Créase o no, y pese a algunos cánticos, habían chicas y chicos brasileños con ganas de participar en el festejo, y algunos bailaban al ritmo de los tambores de nuestros hinchas. Otros más alejados, contemplaban la fiesta que les hubiera gustado tener a ellos.

Como me había quedado sin batería de mi máquina de fotos, me acerqué a unos chicos y chicas, que luego supe que eran de Campana, que estaban sacando fotos de los hinchas que estaban colgados de un bello y antiguo farol frente al teatro. Era una muy buena foto que yo saqué antes de quedarme sin batería, pero no me había salido bien por las limitaciones de mi máquina para sacar buenas fotos nocturnas.

Les pasé mis datos del Blog y les pedí si me podían mandar fotos del festejo para subirlas. Todos fueron muy agradables, y saltamos y cantamos un rato juntos. La joven fotógrafa me contó su historia. Vino con su marido de luna de miel, en un viaje que lo habían soñado durante mucho tiempo. Los dos son re-futboleros. Le pedí que me escribiera contando en detalle su experiencia del viaje, ojalá que lo haga !!!

Los festejos se empezaban a apagar cerca de las 22 hs., cuando decidí que ya era hora de irme a la Rodoviaria. Tomé el Metro en busca del ómnibus que me llevara a a Rio, con salida a las 23 hs, recordando uno de los cantitos que cantó la hinchada un rato antes frente al teatro: “Hace frío…. hace frío…. yo por eso… me estoy yendo a Rio” !!!!!

Me volvieron las ganas de saltar de alegría pensando que en unos pocos días más estaría disfrutando junto a nuestra selección en la cidade maravilhosa, de una nueva Final de Copa del Mundo que jugará la Argentina, la quinta en su historia.

Seguramente el Domingo 13 de Julio 2014 en Rio de Janeiro, seremos locales otra vez como lo fuimos hasta ahora !!!!!!