Más de uno de uds. se habrá preguntado mientras observaba fotos de este Blog, que clase de camisetas son esas mitad argentina y mitad brasileña que tengo puestas o sostengo en muchas fotos, e incluso a veces son sostenidas por hinchas cuando posan para mí o cuando posamos juntos. Durante el viaje, muchos brasileños me miraron extrañados cuando las usaba, pero muy pocos me hicieron algún gesto de aprobación o me preguntaron por qué motivos las usaba. Les paso a contar su historia.
La idea surgió un tiempo antes de viajar a Brasil, cuando ya tenía decidido que iba a hacer un Blog sobre el Mundial durante el viaje. En ese momento no tenía totalmente claro todos los motivos para mandarlas a coser y llevarlas en mi viaje, pero algunos estaban claros para mí. Antes que nada, usar o mostrar esas camisetas querían simbolizar que llevo a Brasil en mi corazón, más allá de la rivalidad futbolística que seguramente se iba a hacer presente durante la Copa, como finalmente sucedió.
Tengo 54 años y desde muy chico amo a Brasil, sus lugares turísticos, su idioma, su gente y lo que para mí este bello país ha aportado al mundo en la música, la arquitectura, el arte y la cultura en general, y muy particularmente al futbol. Mi vínculo con Brasil empezó cuando mis tíos y primos muy queridos viajaron a Rio de Janeiro para establecerse ahí en el año 1968, por un ofrecimiento laboral a mi tío Guillermo. Se instalaron en Niteroi, del otro lado de la bahía.
A fines de 1969 hice mi primer viaje a Brasil, cuando fui a visitarlos con mi mamá y mi hermana. Con mis primos jugaba mucho al futbol cuando nos veíamos antes de su viaje, y con mis primos Mario, y Eduardo especialmente, a lo largo de los años hemos compartido el gusto por analizar el futbol y la política de nuestros dos países. Mis primos ya llevan más de 45 años viviendo en Brasil, mientras que mis tíos ya han muerto hace unos años. Ellos fueron durante muchos años uno de mis nexos principales con este querido país, y fueron mis “corresponsales” en el Mundial.
Cuando cumplía 10 años el 13 de Junio de 1970, se estaba jugando el Mundial de Mexico, ganado por la que probablemente sea la mejor selección campeona de la historia, de la mano de un señor al que le dicen Pelé, y es considerado el mejor jugador de futbol de la historia, al menos por los brasileños. No voy a entrar en polémicas con Maradona, nuestro máximo ídolo futbolero.
Mi interés por el futbol y por los mundiales nació en esos días en donde los jugadores brasileños maravillaban al mundo con su juego vistoso, alegre y efectivo, en donde su defensa recibía goles, pero sus estupendos delanteros siempre hacían más de los que recibían. Pasan los años, pero el futbol mundial recuerda con mucha nostalgia a ese maravilloso equipo de Pelé, Rivelino, Gerson, Jairzinho, Tostao, Clodoaldo y una defensa en donde el destacado era Carlos Alberto Torres, el capitán del equipo que alzó la primera Copa que yo ví por TV.
Al término del Mundial me compré uno de mis primeros libros, si es que no fue el primero, ya que no recuerdo cuando empecé a coleccionar los libros de Tintín. El libro se llama “El Mundial azteca”, y fue escrito en 1970 por un ex árbitro español y luego columnista de diarios, llamado Pedro Escartín, nacido en 1902. Aún lo tengo y es un excelente recuerdo para mí de ese gran Mundial. Uno de los capítulos del libro se llamaba “Brasil, o la sinfonía fantástica”.
En los Mundiales siguientes y en las grandes ligas del mundo he podido disfrutar de la técnica, habilidad, efectividad, gracia y estética de grandes futbolistas brasileños por revistas en otra época, y por televisión en los años más recientes. Algunos de ellos integran mi Ranking Top Ten o Twenty personal de los 10 o 20 mejores futbolistas de la historia, como Pelé, Ronaldo, Zico, Ronaldinho Gaucho, y otros me han encantado como Rivelino, Jairzinho, Falcao, Toninho Cerezo, Junior, Cafú, Roberto Carlos, Bebeto, Romario, Rivaldo, Robinho, etc…..
Con el curso de los años y algunos viajes a Brasil, he aprendido a disfrutar de buena parte de la música brasileña, como la bossa nova y la samba. He estado en el Sambódromo de Rio en algún carnaval, en el Maracaná para ver el show de Frank Sinatra y también viajé especialmente con mi amigo Daniel Riccio a participar del “Rock in Rio” con una constelación de artistas y conjuntos internacionales hace muchos años. Aprendí a disfrutar a Vinicius, Toquinho, María Creuza, Antonio Carlos Jobim, Sergio Mendez, Gal Costa, Gilberto Gil, Chico Buarque, María Bethania, Caetano Veloso, Daniela Mercury, Rita Lee, Los Paralamas do Sucesso, etc…..
Soy arquitecto y valoro la gran obra que ha hecho Oscar Niemeyer en Brasilia y otras ciudades brasileñas. Como mi primo Mario vive en Niteroi, enfrente de Rio, he podido conocer el año pasado el Paseo Niemeyer y el sorprendente Museo de Arte Contemporánea que diseñó y construyó en esa ciudad hace pocos años en una ubicación extraordinaria junto a la playa, siendo ya muy mayor.
Para completar el enlace familiar y mi aprecio por Brasil, desde hace unos 15 años se instaló en Salvador mi hermana Dolores, y un tiempo después mi hermano Santiago, ambos hijos de mi papá “Pucho” y su segunda mujer llamada Marina. Ellos dos también se mudaron ya jubilados a la isla de Itaparica en Salvador hace 10 años, para estar cerca de mis hermanos.
A lo largo de los años he viajado varias veces a Brasil, pero recién el año pasado volví después de 25 años, y pude ver a mi papá y mis hermanos después de 9 y más años, y a mi primo Mario por primera vez después de mi último viaje un cuarto de siglo antes !!!! En ese viaje surgió la idea de volver a Brasil para disfrutar del Mundial con ellos.
La Copa ya era un gran motivo por sí misma, pero el hecho de volver a ver a mis seres queridos nuevamente, y disfrutar juntos del Mundial, me terminó de decidir. Tener casa y comida en las tres sedes más importantes me facilitó la logística y me ayudó a solventar los costos de un prolongado viaje, y además me abrió la posibilidad de hacer el Blog soñado desde el “lugar de los hechos”.
Todo lo que conté fue abonando la idea de llevar a Brasil algo simbólico de lo que siento por este país, por su gente y por mi familia cercana que vive allí. Quise ir un poco en contra de la marea de la rivalidad futbolística que podía llegar a arrastrar buena parte lo que nos une a nuestros dos países vecinos, y ser portador de un mensaje para que los odios no superen el amor, la paz, la armonía y el respeto entre nuestros pueblos. Ahí nació la idea de las camisetas “mixtas”.
Cuando me las ponía tenía algunas sensaciones encontradas, producto de la famosa rivalidad futbolera. Como muchos argentinos y brasileños, no deseaba que el otro equipo ganara la Copa. “Cualquiera menos ellos”, como pensaban muchísimas personas allá y acá. Brasil Campeón con 6 títulos, y vengándose del Maracaná de 1950, habría sido demasiado para todos los demás.
El ego, orgullo y soberbia futbolera de la torcida brasileña no hubieran tenido fin. Su distancia de 6 campeonatos contra 4 de Italia, 3 de Alemania, 2 de Argentina y de Uruguay, hubiera sido demasiada diferencia para mantener el interés y la rivalidad entre potencias futboleras. Mi sueño era que Argentina y Brasil jugaran la Final en el Maracaná, pero no estaba dispuesto a alentar a Brasil a cualquier costo para que llegara a esa instancia. Me encantaba la idea de los grandes desafíos que Brasil podía llegar a tener antes de las instancias decisivas, con Chile primero, y con Uruguay después si se daban algunos resultados, y era capaz de hinchar por ambas selecciones contra Brasil.
Por eso entiendo a los brasileños que no hinchaban por nosotros. Me interesaba muchísimo ver la revancha del Maracanazo en el Castelao, y escribí una nota sobre ese tema. La derrota de Uruguay frente a Colombia evitó la que ahora, visto a la distancia y con el desempeño posterior de Brasil, pudo haber llegado a ser la segunda derrota histórica de los brasileños en manos uruguayas en un Mundial y ambas siendo Brasil como local.
Chile estuvo a punto de eliminar a Brasil, y la garra uruguaya puesta a prueba en un partido mata-mata probablemente hubiera podido lograr otro milagro futbolístico para los charrúas. No fue posible por la victoria de Colombia en Octavos. Lamentablemente el equipo liderado por James Rodríguez tuvo su oportunidad histórica, pero le pesó mucho jugar contra Brasil en Cuartos de final, y cuando cambió su actitud y reaccionó para tratar de dar vuelta el resultado, ya era tarde.
Con el tiempo fui encontrando otros sentidos a las camisetas “mixtas”. Mi Blog se iba a sustentar en el seguimiento de las campañas de las dos grandes selecciones del continente, la de Argentina y la de Brasil, el país anfitrión. Si iban avanzando y llegando lejos en la Copa, mi interés y el atractivo del Blog se irían incrementando. Llevar la camiseta de los dos equipos era coherente con mi motivación para disfrutar de hacer mi Blog más interesante.
Messi y Neymar eran los símbolos de las dos selecciones y son compañeros en el Barcelona, hasta hace poco el mejor equipo del mundo, y la camiseta mía tenía el 10 de Neymar. Más de una vez dí esa explicación a algún brasileño curioso, comentando que deseaba que se enfrentaran en la Final. Ese interés compartido por las campañas de los dos colosos sudamericanos fue durando hasta que Brasil sufrió el golpe más duro de su historia futbolística, incluso mayor al del Maracanazo de 1950. La catastrófica derrota 7 a 1 contra Alemania hizo pasar a un segundo plano a lo sucedido hace 64 años, entre las humillaciones futbolísticas.
Ya sin presiones por la posible disputa de la Final, quise alentar al seleccionado brasileño en el partido por el 3er. puesto, pero los tempraneros goles holandeses no me permitieron hacerlo, en la única Fan Fest a la que pude entrar sin problemas de que estuviera llena, tan solo una hora antes del partido. Los torcedores de Rio no acompañaron con las camisetas amarillas a su selección, ni con su presencia masiva en la Fan Fest en ese partido por el premio consuelo. Muchos de los presentes charlaban mientras se jugaba el partido. Esa tarde estuvieron presentes en Copacabana muchas “garotas” que fueron a ver el partido, pero también motivadas por la presencia de la banda que hizo su show después que terminara el match entre brasileños y holandeses.
Durante el Mundial se hicieron muchos chistes sobre Francisco el Papa argentino, sobre el Papa alemán Benedicto XVI, y sobre que Dios es brasileño. En el tema religioso encontré el último vínculo para las camisetas “mixtas”, ya que nuestros dos países están unidos por la fe cristiana, y el Papa Francisco estuvo en Brasil el año pasado con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, en su primer viaje importante fuera del Vaticano como Papa. Hace unos años escribo otro Blog llamado “Fortaleza Espiritual y Fe Viva”, que pueden visitar en la página www.fortalezayfeviva.com.ar.
Uno de mis sueños futuros es que se convierta en una asociación sin fines de lucro, y llevar algunos de mis objetivos a Brasil, en sintonía con el pedido del Papa Francisco a los cristianos comprometidos. Por eso, llevar la camiseta mixta también tiene un sentido para mí, en una de mis principales misiones personales futuras.
Esta es la historia de las camisetas “mixtas”. Luego de vivir la experiencia mundialista, con la rivalidad futbolera a flor de piel en actitudes, comportamientos y cánticos ofensivos de ambas partes, para mí siguen teniendo vigencia los principales motivos por los cuales decidí hacerlas confeccionar.
Que la rivalidad futbolera no separe lo que una buena vecindad ha unido:
¡¡¡ Viva la hermandad entre los argentinos y los brasileños !!!!