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Notas sobre el país anfitrión y su Mundial

Dilma y su gobierno, inquietos por el impacto

lanacion.com| El Mundo| Mundial Brasil 2014

Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Brasil
Dilma y su gobierno, inquietos por el impacto de la catástrofe del Mundial

Temen que el malhumor de los brasileños por la contundente derrota con Alemania se proyecte sobre el voto en octubre, cuando la presidenta busque su reelección; el golpe económico

Por Alberto Armendariz | LA NACION

RIO DE JANEIRO.- En busca de la reelección el 5 de octubre, la presidenta, Dilma Rousseff, siempre sostuvo que su suerte en las urnas no estaba atada a la performance de la selección brasileña en el Mundial.

Sin embargo, tras la humillante eliminación que sufrió el equipo verdeamarelo frente a Alemania anteayer, el gobierno teme que la profunda decepción que se apoderó del país aumente el ya frustrante clima económico y perjudique sus posibilidades de éxito.

Uno de los primeros visitantes que acudió ayer al Palacio del Planalto fue el presidente del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), Rui Falcão, uno de los principales articuladores de la campaña por la reelección de Rousseff.

Aunque la prensa aseguró que la histórica derrota 7-1 contra Alemania no cambia los planes petistas y que la jefa del Estado sólo entrará de lleno en la contienda a partir del día 20, en los pasillos del palacio presidencial ya se hablaba de un cambio de estrategia para «despegar» a Rousseff de la demolida selección y resaltar sólo los aspectos organizativos del Mundial, que han funcionado muy bien o por lo menos no fueron el desastre que se había anticipado.

«La Copa es la Copa. Ahora es el momento de sufrimiento, pero en agosto se dará vuelta la página. Como gobierno debemos dejar claro que la infraestructura funcionó perfectamente. Las elecciones son otro capítulo», confirmó en sus primeras declaraciones el secretario general de la presidencia, Gilberto Carvalho.

Su postura de separar el fútbol mundialista de la política tiene una base histórica; hasta ahora, nunca hubo una correlación directa. En 1998, pese a la caída de la selección brasileña contra el equipo anfitrión del Mundial de Francia, Fernando Henrique Cardoso fue reelegido en primera vuelta.

En el Mundial de Corea-Japón, sucedió lo contrario: Brasil se alzó con la Copa, pero el candidato oficialista, José Serra, perdió ante Luiz Inacio Lula da Silva. Y si bien en los mundiales de Alemania y de Sudáfrica la selección brasileña fue derrotada, Lula ganó la reelección en los comicios de 2006 y su ahijada política, Rousseff, llegó al poder en 2010.

«Hasta hoy, la asociación entre fútbol y resultado electoral era un mito. Pero hasta hoy nunca había ocurrido un papelón como éste. Vamos a ver a partir de ahora qué efecto puede producir», advirtió, por su parte, el director general de la encuestadora Datafolha, Mauro Paulino.

Según un sondeo de esa empresa revelado la semana pasada, gracias al cambio de humor que generó el Mundial en la sociedad brasileña en las primeras tres semanas, la intención de voto de Rousseff parecía haber mejorado. La presidenta, cuya imagen había sufrido un fuerte desgaste desde las protestas del año pasado en reclamo de mejores servicios públicos y contra los gastos de 11.000 millones de dólares para el Mundial, pasó de tener un respaldo de 34% en junio a un 38% este mes.

Sus contrincantes también se beneficiaron por el ambiente, pero menos: el senador Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña) pasó del 19 al 20%, en tanto que el ex gobernador de Pernambuco Eduard Campos (Partido Socialista Brasileño) subió del 7 al 9%.

«Estas oscilaciones son temporales. Otros elementos son más relevantes para las elecciones que el fútbol, sobre todo la economía. Y si bien existe un consenso de que los resultados económicos no son los que se esperaban, la economía brasileña tampoco se contrajo en estos cuatro años. Lo que el gobierno debe evitar en estos próximos meses es que haya una goleada económica que empeore la situación», señaló a LA NACION el profesor Mathieu Turgeon, del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia.

Después de una expansión récord del PBI del 7,5% en 2010, el último año de Lula en el poder, el desempeño económico del Brasil de Rousseff ha sido desalentador: 2,7%, en 2011; 1%, en 2012; 2,3%, en 2013, y para este año se espera un crecimiento de sólo el 1,5 por ciento.

En tanto, la inflación no para de aumentar; es más, anteayer, pocas horas antes de la debacle frente a Alemania, el gobierno confirmó que el índice de precios al consumidor de los últimos 12 meses traspasó el techo de la meta oficial del 6,5% y se ubicó en 6,52%. No obstante, el desempleo sigue siendo bajo, en torno del 5,4 por ciento.

«Durante la campaña, el gobierno hará hincapié en cómo se ha logrado reducir las desigualdades sociales en esta década del PT en el poder y no tanto en los números actuales. Ya con el Mundial finalizado, subrayará la capacidad de Brasil para organizar este gran evento que fue un éxito internacional, más allá de los resultados para la selección brasileña», señaló Turgeon, para quien Rousseff deberá de cualquier modo disputar una segunda vuelta electoral el 26 de octubre.

Hasta que se acabe la Copa, todavía faltan cuatro días, en los que el gobierno buscará evitar a toda costa que haya problemas de seguridad -ya se anunció un refuerzo de efectivos para la final en el estadio Maracaná de Río de Janeiro- y accidentes como el que ocurrió la semana pasada en Belo Horizonte, donde se derrumbó un viaducto en construcción que era parte de las obras previstas y nunca terminadas para el Mundial.

LAS CIFRAS QUE AMENAZAN AL PT
38%
Intención de voto
Con esa cifra, registrada por Datafolha, Dilma ganaría en la primera vuelta pero no evitaría el ballottage.

1,5%
Crecimiento
Este año, la economía brasileña tendrá su menor expansión en los últimos desde que el PT llegó al poder.

6,52%
Índice inflacionario
Aunque levemente, el índice de precios al consumidor traspasó el techo del 6,5% que tenía proyectado el gobierno.

Brasil: un país en estado de shock tras la debacle – La Nación

lanacion.com| Deportiva

Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

El día después

Brasil: un país en estado de shock tras la debacle

La catastrófica derrota frente a Alemania en la semifinal trocó el optimismo natural del anfitrión de la Copa del Mundo en tristeza y desolación; se registraron leves incidentes

Por Alberto Armendariz | LA NACION

RIO DE JANEIRO.- El luto no combina bien ni con el verdeamarelo ni con el espíritu alegre de los brasileños. Ayer, tras el humillante 7-1 que le hizo sufrir Alemania a la selección de Brasil, el país se despertó aturdido, triste, confundido, con una resaca futbolística que llevó a muchos a esconder sus banderas, devaluó el precio de las camisetas canarinhas, y copó los programas televisivos y radiales con psicólogos que aconsejaban cómo lidiar con la depresión.

Hasta la presidenta Dilma Rousseff contó que ni en sus peores sueños imaginó una debacle tan vergonzosa para su país con esta blitzkrieg de goles. «Honestamente, jamás, nunca. Mis pesadillas no son tan terribles ni van tan lejos. Como hincha, por supuesto, estoy profundamente triste, y comparto la pena con el resto de los hinchas. Pero también sé que el país tiene una característica muy importante: enfrenta la adversidad y es capaz de superarla», confesó la mandataria en una entrevista que dio a CNN ayer por la mañana.

Y aunque todo Brasil se esforzaba por juntar los escombros de su dignidad y orgullo, al menos no hubo que lamentar grandes destrozos ni actos de violencia extendidos; los incidentes que hubo durante la madrugada fueron aislados tras la «catástrofe», como la definió el propio técnico de la selección, Luiz Felipe Scolari.

En San Pablo, 15 buses resultaron quemados luego de que un par de atacantes incendió uno de los vehículos estacionados en un garaje al sur de la ciudad, fuera de servicio; el hecho de violencia física más grave fue la herida en la cabeza que recibió un hombre en la zona de bares de Vila Madalena, cuando otro hincha le tiró un botellazo. En Río de Janeiro, más allá de los tumultos y peleas que surgieron a la salida del Fan Fest, bajo la lluvia, con algunos robos y siete personas detenidas, no se registraron escenas de vandalismo.

En Belo Horizonte, escenario del histórico Brasil-Alemania, también hubo enfrentamientos entre grupos de hinchas en el barrio de Savassi, con 12 detenidos. En Recife y Salvador, otras peleas terminaron con tres detenidos en cada ciudad, y en Curitiba fueron apedreados varios colectivos, pero los ataques no dejaron heridos. En definitiva, Brasil reaccionó sin los desmadres que tanto se temían en caso de un abrupto final para el equipo anfitrión.

Las heridas más profundas y que dejarán cicatrices por mucho tiempo eran las emocionales. Por eso, como nunca antes, psicólogos fueron llamados a los programas de TV y radio para explicar cómo salir de esta situación. El diario Folha de São Paulo, incluso, publicó una nota sobre el trauma que este fracaso mundialista puede generar en los niños brasileños y -en una sorpresiva afirmación para este país siempre optimista- los expertos apuntaban que «pasar por la tristeza puede ser bueno» para el desarrollo de la personalidad.

Como si el Mundial ya se hubiera acabado, Copacabana amaneció con caretas de Neymar en el piso, entre charcos de la lluvia que duró casi toda la noche. En silencio, un ejército de basureros trabajaba para limpiar la «orla» por donde una marea de fanáticos brasileños circulaba para alentar a su equipo.

«Me da mucha lástima por los brasileños, están en estado de shock total, como si hubiesen vivido una tragedia nacional. Yo tenía la esperanza de poder ver una final Argentina vs. Brasil en el Maracaná», señaló a La Nacion el francés Baptiste Callez, 34, que junto a su novia, Léa, tenía entradas para la gran final del domingo.

Por las calles del interior del barrio, varias personas habían sacado las banderas brasileñas de sus balcones y ventanas. Lo mismo sucedía en el mercado de Saara, en el centro, hasta anteayer repleto de tiendas que vendían todo tipo de parafernalia verdeamarela. Allí, el comerciante Cauã Lopes, 55, ofrecía camisetas de Brasil a 10 reales cada una; un tercio de su precio el día anterior. «Hay que deshacerse del stock de camisetas cuanto antes. El resto de los productos los puedo guardar hasta los Juegos Olímpicos de 2016, pero las camisetas recién las podré vender durante el próximo Mundial, en cuatro años», explicó Lopes.

Alrededor de la Granja Comary, el centro de entrenamiento de la selección brasileña en Teresópolis, el ambiente también era de desolación. Los jugadores se refugiaron allí, sin mostrarse en todo el día, y las multitudes que se aglomeraban en la entrada para ver a sus cracks no aparecieron por ningún lado. En el camino, en cambio, se veían carteles insultantes, con leyendas como «Vendidos» y «Vergüenza», y otros más cómicos, como el que decía: «Ni la fábrica de Volkswagen logra hacer tantos Gols en tan poco tiempo».

Mientras el país intentaba retomar su rutina con la frustración muy presente, apenas cinco adolescentes aparecieron en la Granja; llegaron entonando «Eu, sou brasileiro Com muito orgullo/com muito amor», y aportaron una cuota de esperanza. «Sí, perdimos, nos duele y estamos tristes, pero es sólo un juego. Acá estamos para expresar nuestra solidaridad con este equipo que nos representó. Somos brasileños y juntos vamos a salir adelante», aseguró Desirée Salles, de 15 años.

TITE ASOMA COMO CANDIDATO PARA SUCEDER A SCOLARI
RÍO DE JANEIRO.- La goleada sufrida en la semifinal contra Alemania dejará, para Brasil, una consecuencia inmediata: la salida del entrenador Luiz Felipe Scolari. Pasado mañana, Felipao dirigirá por última vez al seleccionado local, en el partido por el tercer puesto contra Holanda.

Según la prensa local, el candidato para ser su reemplazante es Tite, que consiguió la Copa Sudamericana 2008 con Inter de Porto Alegre, y la Libertadores y el Mundial de Clubes en 2012 con Corinthians.

Ayer, Scolari defendió su trabajo: «Tenemos un compromiso con la Confederación hasta el final del Mundial, que para nosotros es el partido por el tercer puesto. Recién después hablaremos con la dirección de la CBF. No esperábamos este resultado catastrófico, pero el trabajo no fue del todo malo. Estamos entre los cuatro mejores del mundo».

Dilma y su gobierno, inquietos por el impacto de la catástrofe del Mundial

lanacion.com| El Mundo| Mundial Brasil 2014

Jueves 10 de julio de 2014 | Publicado en edición impresa

Brasil

Dilma y su gobierno, inquietos por el impacto de la catástrofe del Mundial

Temen que el malhumor de los brasileños por la contundente derrota con Alemania se proyecte sobre el voto en octubre, cuando la presidenta busque su reelección; el golpe económico

Por Alberto Armendariz | LA NACION

DE JANEIRO.- En busca de la reelección el 5 de octubre, la presidenta, Dilma Rousseff, siempre sostuvo que su suerte en las urnas no estaba atada a la performance de la selección brasileña en el Mundial.
Sin embargo, tras la humillante eliminación que sufrió el equipo verdeamarelo frente a Alemania anteayer, el gobierno teme que la profunda decepción que se apoderó del país aumente el ya frustrante clima económico y perjudique sus posibilidades de éxito.

Uno de los primeros visitantes que acudió ayer al Palacio del Planalto fue el presidente del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), Rui Falcão, uno de los principales articuladores de la campaña por la reelección de Rousseff.

Aunque la prensa aseguró que la histórica derrota 7-1 contra Alemania no cambia los planes petistas y que la jefa del Estado sólo entrará de lleno en la contienda a partir del día 20, en los pasillos del palacio presidencial ya se hablaba de un cambio de estrategia para «despegar» a Rousseff de la demolida selección y resaltar sólo los aspectos organizativos del Mundial, que han funcionado muy bien o por lo menos no fueron el desastre que se había anticipado.

«La Copa es la Copa. Ahora es el momento de sufrimiento, pero en agosto se dará vuelta la página. Como gobierno debemos dejar claro que la infraestructura funcionó perfectamente. Las elecciones son otro capítulo», confirmó en sus primeras declaraciones el secretario general de la presidencia, Gilberto Carvalho.

Su postura de separar el fútbol mundialista de la política tiene una base histórica; hasta ahora, nunca hubo una correlación directa. En 1998, pese a la caída de la selección brasileña contra el equipo anfitrión del Mundial de Francia, Fernando Henrique Cardoso fue reelegido en primera vuelta.

En el Mundial de Corea-Japón, sucedió lo contrario: Brasil se alzó con la Copa, pero el candidato oficialista, José Serra, perdió ante Luiz Inacio Lula da Silva. Y si bien en los mundiales de Alemania y de Sudáfrica la selección brasileña fue derrotada, Lula ganó la reelección en los comicios de 2006 y su ahijada política, Rousseff, llegó al poder en 2010.

«Hasta hoy, la asociación entre fútbol y resultado electoral era un mito. Pero hasta hoy nunca había ocurrido un papelón como éste. Vamos a ver a partir de ahora qué efecto puede producir», advirtió, por su parte, el director general de la encuestadora Datafolha, Mauro Paulino.

Según un sondeo de esa empresa revelado la semana pasada, gracias al cambio de humor que generó el Mundial en la sociedad brasileña en las primeras tres semanas, la intención de voto de Rousseff parecía haber mejorado. La presidenta, cuya imagen había sufrido un fuerte desgaste desde las protestas del año pasado en reclamo de mejores servicios públicos y contra los gastos de 11.000 millones de dólares para el Mundial, pasó de tener un respaldo de 34% en junio a un 38% este mes.

Sus contrincantes también se beneficiaron por el ambiente, pero menos: el senador Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña) pasó del 19 al 20%, en tanto que el ex gobernador de Pernambuco Eduard Campos (Partido Socialista Brasileño) subió del 7 al 9%.

«Estas oscilaciones son temporales. Otros elementos son más relevantes para las elecciones que el fútbol, sobre todo la economía. Y si bien existe un consenso de que los resultados económicos no son los que se esperaban, la economía brasileña tampoco se contrajo en estos cuatro años.

Lo que el gobierno debe evitar en estos próximos meses es que haya una goleada económica que empeore la situación», señaló a LA NACION el profesor Mathieu Turgeon, del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia.

Después de una expansión récord del PBI del 7,5% en 2010, el último año de Lula en el poder, el desempeño económico del Brasil de Rousseff ha sido desalentador: 2,7%, en 2011; 1%, en 2012; 2,3%, en 2013, y para este año se espera un crecimiento de sólo el 1,5 por ciento.

En tanto, la inflación no para de aumentar; es más, anteayer, pocas horas antes de la debacle frente a Alemania, el gobierno confirmó que el índice de precios al consumidor de los últimos 12 meses traspasó el techo de la meta oficial del 6,5% y se ubicó en 6,52%. No obstante, el desempleo sigue siendo bajo, en torno del 5,4 por ciento.

«Durante la campaña, el gobierno hará hincapié en cómo se ha logrado reducir las desigualdades sociales en esta década del PT en el poder y no tanto en los números actuales. Ya con el Mundial finalizado, subrayará la capacidad de Brasil para organizar este gran evento que fue un éxito internacional, más allá de los resultados para la selección brasileña», señaló Turgeon, para quien Rousseff deberá de cualquier modo disputar una segunda vuelta electoral el 26 de octubre.

Hasta que se acabe la Copa, todavía faltan cuatro días, en los que el gobierno buscará evitar a toda costa que haya problemas de seguridad -ya se anunció un refuerzo de efectivos para la final en el estadio Maracaná de Río de Janeiro- y accidentes como el que ocurrió la semana pasada en Belo Horizonte, donde se derrumbó un viaducto en construcción que era parte de las obras previstas y nunca terminadas para el Mundial.

LAS CIFRAS QUE AMENAZAN AL PT
38%
Intención de voto
Con esa cifra, registrada por Datafolha, Dilma ganaría en la primera vuelta pero no evitaría el ballottage
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1,5%
Crecimiento
Este año, la economía brasileña tendrá su menor expansión en los últimos desde que el PT llegó al poder
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6,52%
Índice inflacionario
Aunque levemente, el índice de precios al consumidor traspasó el techo del 6,5% que tenía proyectado el gobierno.

Otro Maracanazo – La Nación

canchallena.com > Columnistas > Ezequiel Fernández Moores > Mundial Brasil 2014

Martes 08 de julio de 2014 | 23:33

Otro Maracanazo

Por Ezequiel Fernández Moores | Para canchallena.com

SAN PABLO.- Alemania hace el tercero y la señal de la TV se corta. Roberto, que sigue el partido también por la radio y había avisado segundos antes los tres primeros goles, queda a cargo de la trasmisión. «¿Sabés por qué estuve siempre en contra del Mundial? Porque gastamos fortunas en estadios -me dice- y en los hospitales no hay ni para comprar jeringas».

No puede seguir su discurso. «¡Cuarto. Cuatro a cero!», avisa. Pedro, a su lado, guarda la bandera. «Esto es peor que 1950». «¡Cuatro a uno!», grita un joven en la puerta. «Ricardo -le exigen desesperados al dueño del bar- arregla esa tele». Error. Es cinco-cero. Me vine a ver el Mundial a Brasil y asisto al Maracanazo II por radio. Van 34 minutos.

Cuatro jóvenes que dejan el bar se cruzan con otros que llegan tarde. Para unos termina. Para otros empieza. «¿Cinco a cero?», exclaman apenas vuelve la tele. Lejos de sentir dolor, en la barra y mesas vecinas celebran la repetición de los goles en el entretiempo. «Uno.dos.tres.».

La pantalla de la Globo muestra a un niño desconsolado: «¡Cuántos años precisará para superar este trauma!», dice el periodista Galvao Bueno. «Eu sou brasileiro.», cantan riéndose en el bar. «¡No somos más el país del fútbol, somos el país del vóleibol!», grita Roberto, el de la radio, mientras «Flamengo», como le dice a los alemanes, por su camiseta suplente, sigue haciendo goles en el segundo tiempo. Sucede en Toca do Coelho, en Pinheiros, San Pablo, donde hoy juega Argentina. Roberto se para en medio de todos y grita: «¡Quiero saber ahora quién va a votar a Dilma!».

El jueves pasado, un día antes del triunfo ante Colombia y de la pérdida de Neymar, Belo Horizonte, pareció avisar que se venía el «Mineirazo». Tres mil quinientas toneladas de hierro y cemento cayeron sobre Pedro I, la avenida con nombre de emperador, una de las principales de la ciudad. Fue a treinta cuadras del estadio.

El desastre pudo haber sido mucho más grave. Diez de las treinta y dos selecciones del Mundial habían pasado por debajo de ese viaducto. La justicia prohibió la remoción inmediata de los escombros (hubo dos muertos y 22 heridos) y el micro de Brasil debió desviar su recorrido cuando llegó el lunes a Belo Horizonte. Mucha prensa, en general dura opositora al gobierno de Dilma Rousseff, habló de «desastre en una obra de la Copa».

Omitió decir que el viaducto era responsabilidad exclusiva de la alcaldía de Belo Horizonte, en manos de un político alineado con Eduardo Campos, rival de Dilma. El estado de Minas Gerais, además, es dominado desde hace años por Aecio Neves, principal adversario de la presidenta para las elecciones del 5 de octubre. La campaña electoral se abrió formalmente el domingo último. Será tema de tapa ahora que Alemania liquidó el sueño de la Copa.

Las revistas, antes críticas, se sumaron a la euforia. Habían abandonado el «No va tener Mundial» por el «Eu acredito», como abrió ayer mismo en tapa Epoca, revista de Globo. «¡Ahora, garra!», pidió Veja. También los políticos opositores advirtieron que el clima había cambiado. Dejaron de criticar al Mundial. Pasaron a acusar a Dilma Rousseff de estar usando políticamente la buena marcha del torneo.

La propia presidenta llegó a decir que Brasil, que todavía hace las cuentas desbordadas de este Mundial, buscaría organizar un nuevo Mundial en la década próxima. Y agregó que el domingo entregará la Copa al ganador, aún cuando vuelvan a insultarla como en la apertura y como lo hizo ayer durante treinta segundos un sector del Mineirao. Y como tal vez volverá a suceder en el Maracaná.

Más incómodo deberá estar Joseph Blatter. La FIFA debe explicarle a la policía brasileña por qué su empresa asociada revendía boletos. «Desenmacarar a la FIFA, el mayor legado del Mundial», se entusiasmó en su blog el colega Juca Kfouri. El gobierno de Rousseff ya había soltado la mano a Joao Havelange y a Ricardo Teixeira, los dos dirigentes más poderosos en la historia del deporte de Brasil. Ahora, en pleno Mundial, se la soltó a la FIFA, que quedó azorada cuando supo que uno de sus socios en el negocio tenía su teléfono sometido a escuchas y era enviado a prisión. Inédito en la historia de los Mundiales.

El Mundial había comenzado para Brasil con un gol en contra. Fue de Marcelo, que acaso sintió por minutos la leyenda de Barbosa, el arquero maldito del Mundial 50. El arquero que nunca lloró en público. El árbitro japonés Yuichi Nishimura salvó el desastre ante Croacia.

El segundo desastre, en el último segundo del duelo de octavos ante Chile, lo salvó el travesaño. Jugadores y pueblo que habían salido al campo como valientes soldados que le cantaban a la patria, dejaron esa tarde el Mineirao en medio de rezos y llantos. «Ey Julio César», gritó esa tarde el Coliseo, por el arquero ataja-penales.

La catarsis colectiva quedó lejos de tardes festivas, cuando el Mineirao le cantaba al candidato Neves, de pasado de playboy, que tomaba «mejor que la de Diego Maradona». Es que la selección de Luiz Felipe Scolari, sin elaboración de juego colectivo, no invitaba a reír.

El DT distrajo hablando de un supuesto boicot de la FIFA contra Brasil. Y de jugadores que precisaban más apoyo sicológico. ¿Y el fútbol? «Nosotros, que amamos a Brasil -graficó el historiador inglés Simon Schacra- sabemos que Brasil es el cielo y el infierno, y que no hay mucha cosa en el medio». Al partido siguiente, en cuartos, Brasil eliminó a Colombia, pero perdió a Neymar y a Thiago Silva, el capitán que dejó el Titanic. Ya no sólo era el medio. También el ataque y la defensa.

David Luiz, el nuevo capitán al que cualquier candidato hubiese puesto de vice, más popular que cualquier político, falla como novato en el primer gol de Thomas Muller que abre las puertas al desastre. «Brasil es una selección Sub 20», se queja Galvao Bueno.

Ronaldo, presidente del Comité Organizador Local (COL), comentarista de la Globo, queda callado. Miroslav Klose le quita la corona de máximo goleador de los Mundiales. Alemania hace recordar al 4-0 de Sudáfrica a la Argentina de Maradona. Al 7-1 global de Bayern Munich a Barcelona. Parece el Brasil del ’70 a velocidad de Siglo XXI. Es Alemania.

David Luiz, evangélico, reza apenas termina el partido. A Scolari, que le exigían más audacia, lo critican ahora porque eligió a Bernard para reemplazar a Neymar y no fortaleció más el mediocampo. ¡Qué fácil acomodar todo! Un columnista de Folha llegó a decir que Brasil, el pentacampeón mundial, debía jugar como Costa Rica.

Scolari siguió sin hablar de fútbol aún después de ganarle a Colombia. Pidió suspensión para Juan Zúñiga, el defensor que sacó del Mundial a Neymar, objeto de una campaña durísima en las redes sociales, que incluyeron insultos de «macaco» y hasta amenazas de violación a su pequeña hija.

El fútbol que alivia tensiones. El fútbol que las crea. Por la noche, tras la humillante caída ante Alemania, me cuentan que están quemando banderas brasileñas en Vila Madalena, a metros de donde escribo. Dicen que Getulio Vargas, presidente mítico de Brasil, amante del golf, se sintió sorprendido por la conmoción que provocó la derrota de Brasil ante Italia en el Mundial de Francia 1938. «Como si se tratase de una desgracia nacional», expresó.

Peor fue el Maracanazo de 1950, nuestro «Hiroshima», como dramatizó por radio Ary Barroso. Luego llegaron los triunfos. En Brasil, «el país del futuro», como sugiere la letra del himno tan cantado en estos días, el Maracanazo II, tan inesperado en las formas, se vivió sin aquel viejo dolor de 1950. Los tiempos son otros. El fútbol también cambió. «Y mañana -como canta Chico Buarque- será otro día».

Bajo el fantasma del país que no fue – La Nación

lanacion.com| Deportiva| Mundial Brasil 2014

Viernes 13 de junio de 2014 | Publicado en edición impresa

Bajo el fantasma del país que no fue

Por Inés Capdevila | LA NACION

¡Cuánto cambió el Brasil de 2007, cuando lo eligieron sede del Mundial, al de ayer! No, no es el país del brillo alegre, del orgullo desbordante, del avance imparable que empezaba a insinuarse y del que ya se vanagloriaban el entonces presidente, Luiz Inacio Lula da Silva; su gobierno y millones y millones de brasileños .

No, ese país no es el que era ni el que se suponía que debía ser hoy. Es desorden, contraste, protesta, obras inacabadas, desconfianza y reproches, fundamentalmente hacia los padres de este sueño hoy algo pesadillesco, Lula; su delfina, Dilma Rousseff, y el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

¿Qué pasó con esa potencia mundial en ciernes en estos siete años?
Dilma, Lula y el PT tienen una explicación, algo optimista o negadora: el modelo de la izquierda fue tan exitoso en reducir la pobreza y en la ampliación de la clase media que hoy los propios beneficiados quieren más y lo piden en las calles.

La oposición tiene otros argumentos, por cierto más pesimistas: el PT, Lula y Dilma se durmieron en los laureles iniciales, se dejaron llevar por la corrupción, no hicieron las reformas necesarias a tiempo y hoy la economía no crece pero la desigualdad y la ineficiencia sí.

La razón del Brasil enojado y decepcionado de hoy tal vez esté a mitad de camino entre esas explicaciones.

Sí, 40 millones de brasileños salieron de la pobreza, pero aún habitan en ella millones más. Sí, la clase media aumentó, pero también el costo de su vida diaria, el acceso a la salud, a la educación.

Con sus gigantescos costos y sus obras imposibles, el Mundial es un recordatorio de lo mucho que se hizo, de cuánto avanzó Brasil… y también de cuánto le falta aún para ser el país que todos anhelan.

Es, además, el momento que puede decidir el futuro de Dilma. Ella se aproxima a las elecciones presidenciales de octubre con un caudal de votantes garantizados muy superior al de sus adversarios, pero con una aprobación que baja sin pausa y que la podría forzar a una peligrosísima segunda vuelta.

Hace poco menos de un año, luego de que las calles de Brasil explotaran en marchas y reclamos contra la política económica, la inflación, la corrupción, los gastos del Mundial, Dilma dio la cara.

Lo hizo, primero, en una serie de discursos llenos de promesas de reformas y, después, también con una alocución, al abrir la Copa de Confederaciones.

A toda costa, la presidenta y el PT querían evitar llegar al Mundial y, menos todavía a los comicios, con un Brasil insatisfecho, tenso y movilizado. Las reformas calmaron a muchos, aunque no a todos.

Sindicatos y grupos radicales continúan con su desafío hasta hoy. Ellos son muchos menos que los estudiantes, amas de casa, profesionales que coparon las calles el año pasado; sin embargo, la insistencia y visibilidad de sus reclamos les recuerda, a diario, a los brasileños que su país no es el que esperaban ni el que le habían prometido.

Rodeada de esas protestas, Dilma llegó ayer al Itaquerao. Pero, a diferencia de lo que sucedió en la Copa de Confederaciones, no pudo ni quiso dar un discurso. El miedo la paralizó a ella y a su equipo de asesores, que, con la mente en las elecciones, buscó protegerla a una silbatina tan pública y tan global.

Como sucede con otros gobiernos, Dilma y su administración confían en un Mundial exitoso -en la organización y en el juego- como arma para revertir el desgaste de su popularidad y la pérdida de votos. En la logística, el torneo empezó mal; no así en el fútbol.

Un sexto mundial para Brasil, obviamente, apaciguaría el enojo. Sin embargo, después los brasileños volverán a su vida diaria, a la de la inflación, del transporte caro, de la educación y salud deficientes, de la corrupción, de los contrastes y desigualdades.
Y la presidenta volverá a temblar, ya con muy pocas armas para combatir la pérdida de intención votos.

Protesta y caos

lanacion.com| Deportiva| Mundial Brasil 2014

Viernes 13 de junio de 2014 | Publicado en edición impresa

La apertura en San Pablo

Protestas y caos

Insultos a Rousseff en el estadio y choques con la policia afuera

Por Alberto Armendariz | LA NACION

SAN PABLO.- Al final del día primó el espíritu festivo, pero aun así la inauguración de este convulsionado Mundial en Brasil estuvo cargada de protestas en contra de la Copa, algunas con violentos choques entre los manifestantes y la policía, y un sorpresivo coro de durísimos insultos a la presidenta Dilma Rousseff por parte de la hinchada verdeamarelha que asistió a la Arena Corinthians de San Pablo.

No bien entró al estadio, y aunque las grandes pantallas instaladas allí no la mostraron, la «torcida» brasileña en la Arena Corinthians se unió en una espontánea y fortísima cascada de insultos contra Rousseff. «Ei, Dilma, vai tomar no cu!»
(literalmente «¡Hey, Dilma, que te den por el culo!») gritaron a todo pulmón los hinchas brasileños minutos antes de que empezara el partido entre Brasil y Croacia.

Justamente por temor al hostigamiento de la gente, el gobierno había decidido que Rousseff no hablaría durante la ceremonia y fue mantenida casi escondida detrás de unos vidrios blindados. Los agravios contra a la presidenta llegaron luego de que por los altavoces se pidió un aplauso del público en homenaje a los obreros que trabajaron en la construcción y remodelación de los 12 estadios mundialistas, en cuyas obras fallecieron ocho personas.

Desde el año pasado, justo antes de la Copa de Confederaciones, que sirvió de gran test antes del Mundial, las demoras y la sobrefacturación de estas arenas han sido blanco de fuertes críticas en Brasil, por lo que gran parte de la población considera que fue un despilfarro de dinero público cuando el gigante sudamericano enfrenta graves problemas de salud, educación, transporte, vivienda y saneamiento básico.

La jornada había empezado ya con mucha tensión alrededor de la manifestación de un millar de personas organizada por sindicatos, estudiantes, diversos otros grupos sociales y jóvenes anarquistas conocidos como Black Blocs, al lado de la estación de metro Carrão, sobre la línea que conecta la zona céntrica de San Pablo con la Arena Corinthians.

Hubo disparos de balas de goma, gases lacrimógenos y bombas de estruendo para dispersar al grupo, y en los disturbios que se sucedieron, al menos siete personas resultaron heridas, entre ellas dos periodistas de la cadena televisiva estadounidense CNN, la corresponsal Shasta Darlington, la productora Barbara Arvanitidis y el fotógrafo de la agencia AP Rodrigo Abd, ganador de un premio Pulitzer, si bien no fueron casos de gravedad. La policía arrestó a 31 personas.

«Me gusta el fútbol, pero más me gustaría vivir en un país realmente democrático, donde nos podamos manifestar sin el miedo de ser reprimidos ferozmente por la policía. Hay muchas cosas que están mal en el país, nos faltan educación, salud, viviendas, saneamiento básico, una reforma agraria seria, y podríamos estar invirtiendo el dinero que se gastó en este multimillonario evento de la FIFA de manera más útil para toda la población», señaló a la nacion el ingeniero civil Alessandro Souza Santana, 32.

Junto a él, otros jóvenes, muchos con camisetas rojas y negras con las imágenes del Che Guevara, Emiliano Zapata y Bob Marley, cargaban carteles con leyendas del tipo: «Terrorista es la FIFA», «¿Copa para quién?» y «Si no tenemos derechos, no habrá Mundial». Tras los enfrentamientos al lado del metro, y cuando ya los trenes estaban repletos de alegres hinchas vestidos de verdeamarelho en dirección al estadio, el grupo de manifestantes se desarticuló y abandonó el lugar.

Similares enfrentamientos se registraron en otras de las ciudades-sede de este Mundial. En Río de Janeiro, hubo disturbios y cuatro detenidos durante una concentración en el bohemio barrio de Lapa.
En Belo Horizonte, una protesta se tornó violenta, con un par de patrullas policiales atacadas, balas de goma y gases lacrimógenos. Un fotógrafo de la agencia Reuters, Sergio Morais, resultó herido en los enfrentamientos, que sólo acabaron cinco minutos antes de que comenzara el partido en San Pablo; entonces, todo el mundo se fue para sus casas.

En la sureña Porto Alegre, los disturbios dejaron 13 personas detenidas y dos manifestantes heridos, mientras que en la capital del país, Brasilia, militantes de diversos grupos sociales protagonizaron peleas con agentes de policía.

Ya para el final del partido, las calles se volvieron a llenar de personas, pero con ánimos de fiesta por el 3 a 1 de Brasil contra Croacia. Las cornetas, bocinazos y cánticos sumieron en el olvido los estallidos de disparos y bombas por la mañana.

RECLAMOS TAMBIÉN EN LA ARGENTINA
Las protestas sociales que por estas horas ganan tanta atención como la Copa en Brasil, comenzaron a atravesar los límites de la nación organizadora. Al menos, eso se desprende del repudio que dirigentes del Frente de Izquierda y de los Trabajadores mostraron ayer frente a la embajada de Brasil en Buenos Aires.

El movimiento social se solidarizó así con los manifestantes reprimidos en San Pablo que están en contra de los gastos gubernamentales para llevar adelante el Mundial.

Los legisladores nacionales y provinciales del FIT también reclamaron por la reincorporación inmediata de los 42 despedidos del Metro de San Pablo.

Carnaval en crisis – La Nación

lanacion.com| Deportiva| Mundial Brasil 2014

Viernes 13 de junio de 2014 | Publicado en edición impresa

La apertura en San Pablo

Carnaval en crisis

Con muchas plateas vacías, El Mundial arrancó con una deslucida Fiesta Inaugural

Por Alberto Armendariz | LA NACION

SAN PABLO.- «Fue como un carnaval en tiempos de crisis», sentenció un periodista brasileño sobre la muy austera pero colorida ceremonia de inauguración del Mundial de fútbol 2014, en la que pese a buscarse resaltar los «tesoros» de Brasil, sobresalieron los cantantes estadounidenses Jennifer Lopez y Pitbull.

En apenas 25 minutos, una de las aperturas más breves de los mundiales recientes, se sucedieron por la cancha del estadio Arena Corinthians unos 600 bailarines y acróbatas divididos en tres actos: naturaleza, pueblo y fútbol.

Como eje constante, en el medio del campo, una enorme pelota luminosa «viva» transmitía distintas imágenes y efectos, antes de transformarse en un escenario para los artistas protagonistas.

El espectáculo, dirigido por la belga Daphné Cornez, comenzó con alegorías de las plantas y flores amazónicas, con personas disfrazadas de bromelias, lirios y helechos que bailaban ante la fría mirada del público, principalmente brasileño.

Como suele suceder, mucha gente llegó tarde, y el inicio del acto presentaba grandes sectores de las plateas vacíos, por lo que fue fácil distinguir entre los asistentes a algunas celebridades, como el actor estadounidense Leonardo DiCaprio y la cantante y actriz brasileña Xuxa.

El ambiente se empezó a calentar en la segunda parte, cuando bailarines con coloridos trajes representaron la diversidad del pueblo brasileño: hubo samba afrobrasileña, danzas indígenas, mujeres bahianas, capoeiristas y gaúchos, mezclados con instrumentos que hacen a la variedad musical de este rico país como los tambores, la cuica y el berimbau.

Luego, en medio de acróbatas que hacían malabares con pelotas y escenas alusivas al mundo del fútbol, la gran esfera céntrica se abrió como una flor y allí apareció la cantante brasileña Claudia Leitte para entonar algunas estrofas de «Aquarela do Brasil».

Pero la fiesta realmente tomó fuerza cuando se le sumaron los estadounidenses Jennifer Lopez (de ascendencia puertorriqueña) y Pitbull (de raíces cubanas), quienes debieron superar un desperfecto en la maquinaria para poder salir de la bola.

Entre los tres cantaron -en playback- el himno oficial de este Mundial, «We are one (Olé, Olá)». Gracias a las contorsiones de cadera de la sensual J-Lo y los gestos constantes de Pitbull, el público vibró y se puso a bailar frenéticamente con ellos, agitando sus manos y banderas.

Antes de abandonar el césped, los tres cantantes dieron una vuelta para saludar a los fans, agradecidos, y encantados sobre todo con la simpatía de J-Lo, cuya presencia había sido puesta en duda hasta último momento esta semana.

Ya terminada la ceremonia oficial, uno de los momentos más emocionantes de la tarde, antes del partido, fue cuando un hombre brasileño parapléjico, Juliano Pinto, de 29 años, tuvo a su cargo dar el puntapié inaugural. Lo hizo gracias al exoesqueleto desarrollado por el neurocientífico brasileño Miguel Nicolelis, quien trabaja en la Universidad de Duke, en Estados Unidos.

Entre aplausos, pateó la «Brazuca» y dio por iniciado el campeonato, que acabará el 13 de julio en el estadio Maracaná, en Río de Janeiro.

Ni la TV pudo disimular la realidad – La Nación

lanacion.com| Deportiva| Mundial Brasil 2014

Viernes 13 de junio de 2014 | Publicado en edición impresa

Ni la TV pudo disimular la realidad

Por Marcelo Stiletano | LA NACION

Los Mundiales también se recuerdan por el esplendor y el brillo de sus ceremonias inaugurales. Lo ocurrido ayer en San Pablo dejará en la historia el exacto reverso de esa mención. Como si hubiese sido atravesada por una flecha en forma de complejo de culpa, la apertura de Brasil 2014 quiso mostrar desde su breve duración y su austera puesta en escena un retrato de la identidad brasileña que, de algún modo, disimulara y disculpara ante el mundo todo lo que se viene diciendo sobre el exceso de gastos en toda su infraestructura.

Pero aún con menos recursos siempre es posible honrar la tradición de estas fiestas y el sentido de uno de los más grandes acontecimientos del calendario global.

Esperar cuatro años para ver algo tan desteñido y monocorde, la contracara del despliegue, la sorpresa, el impacto y la dimensión única del arranque de un Mundial, resultó lo más parecido a una decepción generalizada.

Más que una celebración que siempre es única y original, lo visto ayer durante 25 minutos desde las 15.15 (hora argentina) se pareció a un cuadro preparado sin demasiado rigor para amenizar la lenta llegada del público al estadio.

En efecto, daba lo mismo que la gente viera o no esta apertura, porque cuando se puso en marcha había visibles y amplísimos claros en las tribunas enfocadas por las cámaras en los planos generales.

La ceremonia no fue otra cosa que un largo y único cuadro temático similar al que podría preparar sobre la historia y la identidad de Brasil cualquier escola do samba en los concursos de Carnaval, en este caso adaptado a las dimensiones de un estadio de fútbol y con un diseño de vestuario y un diseño coreográfico que responden a las líneas de los shows del Cirque du Soleil.

Artistas y gimnastas ataviados con motivos de la naturaleza (flores, árboles), réplicas gigantes de instrumentos musicales del folklore local, alguna referencia a los habitantes originarios y secuencias de bailes y ritmos musicales nativos marcaron el tramo inicial.

El momento futbolístico apareció más tarde, cuando salieron a escena como pequeños malabaristas de la pelota los chicos vestidos con los colores de los países participantes.

Los planos cortos y cercanos dejaban al descubierto la repetición y la falta de originalidad de las coreografías. Lo mismo ocurrió con la gigantesca esfera luminosa que en un momento se abrió en gajos como un fruto para dejar salir a Jennifer Lopez, Claudia Leite y Pitbull.

Las ceñidas y sensuales mallas de las dos cantantes y la camiseta verdeamarela del popular rapero lograron, por un momento, contagiar cierto fervor, pero dejaron al descubierto una contradicción insalvable: el cuadro de supuesta afirmación de la identidad brasileña concluía con un tema oficial de rítmica híbrida (imposible de asociar con alguna genuina expresión musical local) y cantado en inglés.

Con todo, nada se comparó con la omisión más imperdonable de la transmisión que desde Brasil viajó al mundo: el puntapié inicial simbólico a cargo de una persona parapléjica que pudo dejar por un momento su silla de ruedas para impulsar la pelota a través de un exoesqueleto controlado por el cerebro ni siquiera se vio.

Apenas pasó ante nuestros ojos una fugaz imagen de ese dispositivo robótico mientras el relator de la transmisión de la TV Pública, Gustavo Kuffner, prometía algo que finalmente no ocurrió.

Les tocó a Kuffner y a Diego Latorre poner en marcha los relatos y comentarios del Mundial por TV. Durante el partido, las observaciones del ex futbolista ratificaron las expectativas: el suyo será un aporte valioso para las transmisiones del Fútbol para Todos, caracterizadas por la euforia desmedida y un análisis de escaso vuelo. Kuffner, en tanto, mezcló algunos apuntes didácticos con ciertos excesos de verborragia durante la ceremonia previa.

Ese momento inicial de Brasil 2014 que nadie recordará por su esplendor o su brillo. Todo lo contrario.

Brasil y las críticas al Mundial – La Nación – editorial 11 Junio 2014

Miércoles 11 de junio de 2014 | Publicado en edición impresa de La Nación

Editorial I

Brasil y las críticas al Mundial

Las protestas sociales en el país vecino reflejan un reclamo a los gobernantes que sobrevuela la región en busca de austeridad, buena gestión y transparencia

Aunque parezca paradójico, es en Brasil, el país más futbolero del mundo, donde se han levantado voces indignadas y violentas protestas contra la realización del Mundial que se iniciará allí mañana.

Las críticas han llegado desde los más diversos ámbitos de la vida nacional brasileña -hasta el ex jugador e ídolo Ronaldo se manifestó «decepcionado» por los retrasos en las obras de preparación del torneo-, pero pueden resumirse en un reclamo generalizado de ejemplaridad, austeridad y transparencia a los gobernantes, que sobrevuela toda la región.

A tal punto arreciaron las críticas en los días previos al comienzo del campeonato y se generalizó el descontento en muchos sectores que la propia presidenta, Dilma Rousseff , se vio obligada a defender sus bondades y los créditos otorgados por bancos estatales para la construcción de los nuevos estadios, además de recalcar que los brasileños que planean boicotear el encuentro son «una pequeña minoría». Sin embargo, paralelamente, tuvo que otorgar un aumento salarial del 15,8 por ciento a la policía federal -que había amenazado con realizar un paro durante el evento-, para resolver un panorama de seguridad cada vez más complicado, con protestas anunciadas y promesas de huelgas de diversos sectores, incluido el transporte público.

La realización del Mundial en el país vecino se ha transformado en una excusa para que una buena parte de los brasileños muestren su indignación, motivada por el particular momento económico que atraviesa su país con el alza de los precios y la desfinanciación de los servicios públicos, incluidas la salud y la educación, que también se les achaca a las enormes inversiones que requirió la preparación de este encuentro deportivo y de los Juegos Olímpicos, que se efectuarán en Río de Janeiro en 2016.

Unos y otros tienen parte de razón. Es cierto, como dice Rousseff, que el aumento de ingresos en Brasil generó nuevos desafíos, que los servicios crecieron menos que esos ingresos y que la nueva clase media ampliada brasileña tiene «más deseos, más anhelos y más demandas». Esta interpretación presidencial coincide con la mirada de los expertos internacionales que ya, hace prácticamente un año, habían explicado el fenómeno de las manifestaciones populares en Brasil -similares a las ocurridas en Chile- como un resultado sorprendente, pero esperable, de las profundas transformaciones sociales producidas en muy poco tiempo, hecho que no ha impedido todavía la subsistencia de importantes bolsones de pobreza.

Pero tienen parte de razón, también, quienes protestan contra las inversiones hechas con vistas al Mundial, consideradas por muchos un despilfarro sin una clara rendición de cuentas. Aunque para el gobierno brasileño el dinero invertido puede desdoblarse en un 85% destinado a obras de infraestructura (mejoramiento de caminos y reformas en aeropuertos, por ejemplo) y sólo el 15% restante, a la construcción o reacondicionamiento de estadios, otras cuentas pueden hacerse. Hubo una inversión proyectada de 6000 millones de dólares, pero al día de hoy se calcula que subió a 11.400 millones, mientras otras estimaciones alcanzan los 15.000 millones.

El costo que para el Estado brasileño ha tenido la construcción y la modernización de los 12 estadios en los cuales se disputará la Copa del Mundo alcanza, de acuerdo con números preliminares, una suma escalofriante: 3459 millones de dólares. El más costoso resultó el nuevo estadio de Brasilia, que representó una inversión mínima de 603 millones de dólares, aunque las refacciones en el histórico Maracaná, de Río de Janeiro, no le han ido en zaga: llegarían a los 452 millones.

Esos datos explican las protestas, en las que se refleja la demanda de que se invierta más en educación de calidad, transporte público y salud, y menos en fútbol.

No extraña que, de acuerdo con una reciente encuesta del Pew Research Center realizada entre ciudadanos brasileños, el 61% sostenga que ser anfitriones del Mundial es algo negativo para el país y que apenas el 34% crea que el torneo contribuirá a mejorar la situación económica de Brasil. El 67% considera que la economía no está bien, mientras que un año atrás esa porción llegaba al 41%.

Algunos economistas hablan incluso de un «Maracanazo» económico, en alusión a la debacle deportiva del seleccionado de fútbol local en la final del Mundial de 1950 ante Uruguay, disputada en el estadio Maracaná. Y no hay que olvidar que la inversión para los próximos Juegos Olímpicos 2016 está calculada en 12.000 millones de dólares, pero las obras de infraestructura están también muy atrasadas, por lo que esta cifra puede crecer.

Desde una perspectiva más general, protestas como las de amplios sectores de la vida brasileña se corresponden con otras similares ocurridas en países de la región, y los motivos son parecidos. Efectivamente, hay un reclamo social predominante que con mayor frecuencia empieza a exigir de sus dirigentes conductas más austeras, buena gestión y transparencia en el manejo de los fondos públicos.

Es ésta una tendencia que va creciendo en todo el mundo, por lo cual tanto los dirigentes como los partidos políticos deben prestar definitivamente atención a los problemas de sus pueblos: la falta de empleo, el deterioro de la educación y la salud pública, la inseguridad cotidiana, la ausencia de calidad institucional, la corrupción y la contaminación del medio ambiente.

Quizás ha llegado la hora de pensar muy bien si vale la pena seguir embarcándose en obras faraónicas que, una vez construidas y exhibidas, no aportarán nada a lo que las sociedades consideran hoy fundamental para su bienestar y calidad de vida.

La Copa de todas las Copas – La Nación y Cancha Llena

La Copa de todas las copas
Por Daniel Arcucci | canchallena.com 12 de Junio 2014

BELO HORIZONTE.- «Amamos el fútbol y recibimos este Mundial con orgullo: haremos de él la Copa de todas las copas.»

Dilma Rousseff escribió esas palabras a principios de este 2014 en Twitter, como respuesta a las críticas de la FIFA. Bien podrían haber sido un anticipo de su discurso en la fiesta inaugural, pero eso no será posible: la presidenta no hablará en San Pablo, acosada por buena parte de un país que, es cierto, se siente «el país del fútbol», pero también se siente «un país estafado».

Sin embargo, y también por eso, están dadas las condiciones para que ésta sea «la Copa de todas las copas». Por lo mucho que se juega, dentro y fuera de la cancha.

1 Por el Brasil futbolístico. Maracanazo es una palabra omnipresente, salvo en un sitio. Felipao, DT del seleccionado local, prohibió que fuera pronunciada por sus jugadores. Aunque, para él, lo que sucedió hace 64 años aquí mismo fue el comienzo de la grandeza de la selección más ganadora de todos los tiempos. La presión es enorme para un equipo que juega con la historia. Pase lo que pase, al final, en la final, se hablará de. Maracanazo.

2 Por el Brasil social. Muchos Mundiales modernos han tenido problemas previos. Ninguno llegó a este extremo: nunca la amenaza de boicot estuvo tan cerca de convertirse en algo real; nunca hubo grupos «anti-Mundial» tan institucionalizados. Desde una marcha de protesta que afectó la llegada del equipo local hasta las masivas huelgas de transporte que colapsaron ciudades, pasando por violentas manifestaciones, con fuerzas de seguridad incluidas.

3 Por el Brasil político y económico. Con elecciones a la vista, la Copa entra en la campaña. Dijo Dilma: «Los pesimistas ya están perdiendo. Decían que no íbamos a llegar con las obras… El Mundial dura un mes y los beneficios serán para toda la vida. Desde 2010, que comenzamos con las obras, se invirtió un 212% más en educación que en la construcción de estadios». Lo cierto es que hay obras sin terminar, que varios escenarios llegaron «a último minuto» y que los gastos se multiplicaron escandalosamente.

4 Por el Brasil de la seguridad. Un Mundial, normalmente, es una fiesta, salvo puntualísimas excepciones (lamentablemente, los barrabravas argentinos entre ellas). En este caso, las miradas de 181.000 policías, a razón de 2820 por encuentro, pondrán su atención en varios focos de posibles conflictos, sobre todo internos.

5 Por el Brasil logístico. El Mundial, más que en un país, se juega en un continente. Eso es, por tamaño. Enormemente más grande que Japón, Alemania o Sudáfrica, pero sin los trenes o autopistas de los dos primeros, como alternativa de movimiento. Será, este, un Mundial en avión.

6 Por Sudamérica. La Copa del Mundo vuelve, aquí sí literalmente, al continente de su debut después de 36 años, desde Argentina 78. Paradójicamente, la presencia y el peso sudamericano fue creciendo en ese tiempo de paréntesis: de tres representantes se pasó a cinco, acompañados por asiáticos y africanos, resultado de una política de poder estratégico de la FIFA.

7 Por el juego. Tres de los cuatro semifinalistas de Sudáfrica 2010 impusieron como moda el 4-2-3-1, aunque lo que quedó en la memoria colectiva fue el juego abarcelonado de España, dominante de toda una época. ¿Se impondrá un cambio? Quizás sea un síntoma que la selección local, curiosamente, pueda jactarse de lo que nunca: tener la mejor defensa del mundo.

8 Por Messi. «No necesita ganar la Copa del Mundo para ser el mejor», declaró Maradona. Pero hacía muchos años que el N°1 del momento no estaba sentado a la mesa de los N°1 de todos los tiempos: Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Diego aceptaron a Leo allí. Y Leo tiene la oportunidad, ahora, de ubicarse en la cabecera. Ganar un Mundial en Brasil con la Argentina sería algo muy difícil de comparar.

9 Por los ausentes. Siempre los ha habido. Pero en este caso, más allá de los que no viajaron porque no consiguieron el boleto (Ibrahimovic) o porque no se lo dieron (Tevez), la epidemia fue de lesiones. Se puede armar un equipo titular. De Valdes a Falcao, pasando por Ribery, Reus, Van der Vaart, Walcott.

10 Por la tecnología de las comunicaciones. Se dirá mil veces y una más cada cuatro años. El Mundial, plataforma de cambio: del télex en México 86 al fax en Italia 90; de la computadora en EE.UU. 94 a la redacción remota en Francia 98; del Wi-Fi en Japón-Corea 02 al blog en Alemania 06; del Twitter en Sudáfrica 2010 a la hiperconexión de Brasil 2014, en un teléfono.

El Mundial está aquí, al alcance de la mano.