Archivo por días: 14/07/2014

El Post – Match de la Final Argentina vs Alemania

Con un estado anímico bueno, mi primera reacción recién terminado el match, fue darles unas palabras de aliento a algunos compatriotas que se cruzaron conmigo en la arena mientras intentaban retirarse. Algunos pocos lloraban, y la mayoría tenía un muy mal semblante, mientras trataban de empezar a digerir la derrota.

Cuando salí de la arena de Copacabana y empecé a caminar por la Avenida costera, el clima ya se había empezado a tranquilizar, y no se percibía peligro. De a poco empezó a volver la calma, y los que nos bancamos a los brasileños que estaban felices y que en algunos casos nos cargaban, nos quedamos a disfrutar del final del día, del torneo y seguramente de nuestros viajes. La luna estaba llena sobre el mar, mientras se oía de fondo la música del show en vivo que se estaba desarrollando en la Fan Fest, a un costado de donde estábamos.

Se podía ver de costado la pantalla gigante que mostraba el show y los grandes altoparlantes nos hacían llegar la música tocada por una banda brasileña, que era muy celebrada por los hinchas locales, que cantaban y bailaban siguiendo el ritmo.

Algunos argentinos intentaron olvidar pronto las penas y se acercaron a hablar y bailar con algunas chicas brasileñas, a costa de recibir algunas cargadas de los hombres y en muchos casos de las mismas chicas, que estaban totalmente compenetradas con el libreto de “gastar” a los argentinos.

En mi camino por la Avenida volví a sacar fotos, pero principalmente tuve la oportunidad de hablar en vivo para dos medios. Primero hablé con una joven periodista brasileña llamada Lucía, para el sitio web Uol.com.br y después para un canal de Guatemala llamado Azteca Guate. Voy a buscar las notas en sus páginas web.

También charlé fuera de cámara con un periodista argentino que vive en California y estaba haciendo notas que enviaba hacia Estados Unidos. Presencié una nota de un canal alemán, mientras un hincha germano hablaba muy contento de la mano de una brasileña con la camiseta de Flamengo. Me metí en una cargada que nos estaba haciendo una chica brasileña frente a la cámara para ese mismo periodista alemán, mostrando mis siete dedos cerca de su cara mientras ella hablaba. No pude tener paciencia y contener mi bronca hacia su actitud.

Fue muy lindo para mí poder expresar lo que sentía frente al periodismo de otros países neutrales, y dejar bien parado el honor y el orgullo argentino por haber jugado un gran partido Final y una muy buena Copa. Cuando me preguntaron si estaba de acuerdo en que Messi haya sido elegido el mejor jugador del Mundial, sin dudarlo contesté que no. No me pareció que mereciera semejante premio.

Pedí a personas que miraban como hacían las notas en las que participé, que me sacaran fotos ,y les agradecí mucho que lo hicieran. Serán unos excelentes recuerdos, que valoraré aún mucho más en el futuro.

Mis últimas experiencias agradables de la noche de Copacabana fueron primero una charla con una médica brasileña mayor que yo, otra con una joven pareja y una señora mayor, y finalmente una charla que tuve con un joven francés que tenía puesta una camiseta alternativa blanca de Boca, y que había sido uno de los tres  protagonistas de un extraordinario viaje iniciado en Canadá que cruzó toda América para llegar a Rio, en un Citroen 3CV igual al 2CV que yo tuve hace muchísimos años.

El auto estaba allí, pintado entero como una pelota, y sobre su carrocería los hinchas de todo el mundo habían escrito lo que quisieron.  El viaje tiene su propia página web, que es www.acow.org y en facebook la ubicación es www.facebook.com / acupofworld ( a cup of world ).

Fueron dos canadienses y el francés los que concretaron semejante “locura” y charlé un poco con ellos y les saqué unas fotos. También me saqué fotos con las otras personas que mencioné recién.

Sintiéndome cumplido con el día, que había sido extraordinario e inolvidable, con la tristeza de no sentir en la piel la emoción de que saliéramos Campeones y con el orgullo argentino intacto, emprendí el largo regreso a Niteroi en ómnibus cerca de las 21:30 hs.

Mi primo Mario estaba en su casa, y charlamos de las emociones del día. Hoy será mi último día completo en Rio de Janeiro. Ya compré los diarios brasileños del día, de hoy que hablan de la jornada de ayer. Se desquitan de su propia impotencia y bronca tratando de “gastarnos”. Es lo único que les queda hacer, después de sufrir semejante humillación por parte de alemanes y holandeses, y luego de darse cuenta que su selección era inferior a las tres mejores del torneo.

Cuando volvía de comprar el diario, recién pude comprobar que a partir de hoy, que los brasileños ya quedaron un poco más en paz por nuestra derrota, vamos a poder retomar el diálogo que no tuvimos durante el desarrollo de la Copa.

Hablé casi veinte minutos muy amablemente con el portero y el empleado de seguridad del edificio, en un diálogo sin gastes, bravuconadas o chicanas. Lamento no poder permanecer un par de días más para poder charlar más con gente común. La rivalidad no lo permitió antes.

Me pasé toda la mañana volcando en textos las emociones vividas ayer, que fueron muchas. El fin del viaje ya está cerca.

Ahora estoy haciendo la primera evaluación en caliente de lo vivido aquí en Brasil durante un poco más de tres semanas en Salvador, San Pablo y Rio de Janeiro.

Estoy muy conforme con la experiencia personal y con el desempeño de nuestra Selección, que volvió al sitial de los grandes, haciendo honor a su historia futbolera. Señores jugadores, muchas gracias por su esfuerzo.

Ojalá que para Rusia 2018 podamos seguir evolucionando en todo sentido. Será fundamental el rol de una nueva dirigencia post “reinado” de Julio Grondona. Necesitamos que al igual que sus colegas políticos, los nuevos dirigentes sean capaces de ver más allá de sus propios intereses.

El Mundial llegó a su fin. Felicitaciones a la Selección alemana, a sus hinchas y dirigentes. Ellos supieron cambiar las estructuras que los hacían fracasar y tuvieron la capacidad técnica y disciplina para implementar los cambios que eran necesarios. Son un ejemplo para crear un futuro mejor para el  futbol argentino y brasileño. Principalmente, fueron merecidos Campeones.

El Blog lo voy a continuar en Buenos Aires y aún tengo notas para completar y fotos y videos por subir. Sigan en contacto con el sitio !!!!!!

¡¡¡¡ Saludos y un fuerte abrazo a todos los que lo han leído !!!!!

La Final vista en la playa de Copacabana

Cuando pude ocupar un metro cuadrado propio de arena con cierta visibilidad, encontrándome bien lejos de la segunda pantalla que mostraba el partido, entre medio de hinchas, turistas y curiosos de diversos orígenes, recién ahí me pude concentrar en el partido que estaba por empezar.

El costo que pagamos los que no pudimos entrar a la Fifa Fan Fest, fue no poder mirar el partido con un relato, ya que no se había instalado un sistema de sonido. Habiendo sido precavido, saqué mi celular y sintonicé una radio brasileña de las muchas que estaban transmitiendo la Final, así que pude disfrutar el match con sonido. El resto del público miraba la pantalla, sin el acompañamiento de un relato. La atención, y la tensión era tal, que la gente no se distraía por carecer de sonido, y los cánticos de argentinos y brasileños eran espaciados. Por supuesto cuando un canto surgía de un lado, era contestado por el otro grupo de hinchas. A los pocos alemanes no se los oía gritar para alentar a su equipo.

En un momento hubo murmullos, gritos y brazos elevados al cielo, cuando un dron  ( un artefacto volador teledirigido que puede portar una cámara ) parecido a un gran insecto, sobrevolaba a escasa altura casi sobre nuestras cabezas, registrando en imágenes a la gran masa de público presente en la playa ,que saludaba con algarabía y sorpresa.

Durante el primer tiempo los argentinos tuvimos un par de emociones interesantes cuando Higuaín erró un gol fácil de hacer delante del arquero Neuer, y cuando le anularon el gol que convirtió.

Por breves instantes conocimos la emoción de gritar un gol argentino de visitantes en una Final de Copa del Mundo en medio de la hostil y disfrazada torcida brasileña, integrada por varones y mujeres jóvenes de clase media principalmente.

A los treinta minutos de juego sentí que habíamos cumplido unos de nuestros primeros objetivos, que era evitar que los alemanes nos avasallaran y nos convirtieran un gol que les abriera el partido como en el Mundial pasado. Por otro lado ya notaba que Argentina estaba jugando un partido mejor y más atractivo de lo que resultó el match contra Holanda por las Semifinales.

Más allá de algunos gritos y pocos cantos, durante casi todo el partido hubo calma y respeto entre los que mirábamos en encuentro en la playa. La mecha se encendió cundo Goetze hice su gran gol en el segundo suplementario. Los brasileños gritaron el gol como si hubiera sido de ellos, y por lo visto algún o algunos argentinos intolerantes deben haber respondido con alguna agresión, porque se vinieron hacia los que estábamos en el fondo, un grupo grande de personas como huyendo de una situación peligrosa. Ese fue el momento donde algunos brasileños dejaron de reír y festejar y empezaron a pensar en retirarse.

A los pocos minutos de terminar el partido que consagró Campeón a Alemania, acabó la transmisión y no pude observar la entrega de premios. En los primeros veinte minutos después del final, se vivió un clima difícil que obligaba a mantenerse alerta. Muy cerca mío hubo dos pequeñas grescas y trompadas, y algunos arrojaron latas, sillas playeras o botellas, hasta que algunos policías tomaron posición en la arena. La mayoría de las personas, gente pacífica, algunos con niños y jóvenes, se empezaron a retirar velozmente.

No fue el mejor final de partido que uno hubiera querido presenciar en ese lugar en donde habíamos pasado una tarde tan espléndida con 25 grados de temperatura, mucho sol, mar y una gran algarabía. No sólo porque empezamos a tomar consciencia de que el sueño de sentirnos Campeones en Brasil de la mano de la Selección Argentina había acabado definitivamente, sino porque resultaba hasta peligroso estar ahí entre la multitud en la arena.

Se podía ver fácilmente en la arena los desechos de las bebidas que se habían consumido, entre ellas muchísimas latas de cerveza. Antes del final del partido había estado al lado de un joven argentino que a duras penas se podía mantener parado por efectos del alcohol. Eso probablemente detonó cierta agresividad.

Triste, pero con la sensación de que Argentina había jugado un gran partido contra el mejor equipo del torneo, me empecé a resignar rápidamente por la derrota frente al gran equipo alemán, y la acepté sin demora.

Tuve la sensación de que habíamos estado muy cerca de lograr nuestro objetivo y nuestro sueño de ganar el título de Campeón si Higuaín, Messi o Palacio hubieran tenido la capacidad y/o la suerte de convertir alguna de las claras posibilidades que tuvieron. Nuestros jugadores habían contenido bastante bien la ofensiva alemana, y generaron esas claras posibilidades de gol.

Entre los méritos alemanes, que son muchos, para mí el más importante que tuvieron en la Final, fue la capacidad de convertir una de las pocas situaciones claras que tuvieron, y nosotros no lo hicimos. Esa fue la mínima diferencia durante el partido. En el torneo, Alemania había sido un poco mejor que nosotros, en mi opinión. Argentina jugó bravamente en su qunta Final, con mucho honor y logró un merecido lugar de Finalista y segunda posición en la Copa.

Apesadumbrado pero íntegro, y orgulloso de lo hecho por nuestros jugadores, me dispuse a vivir y disfrutar de la última parte de la maravillosa experiencia del día de ayer. Lamentablemente la fiesta no había sido completa, pero todavía continuaba.

La Previa de Argentina vs Alemania

Esta nota la escribo la mañana de “el día después” de la gran Final. Intenta reconstruir la “previa” al partido que definió a Alemania como el nuevo Campeón.

Domingo 13 de Julio de 2014. Niteroi, en la Bahía de Guanabara,  del otro lado de Rio de Janeiro.  Al mediodía continuaba el tiempo maravilloso en la zona donde se iba a jugar la Final del Mundial.

La nota que titulé “Confiando en las propias fuerzas” me llevó más tiempo de lo que hubiera querido, pero quedé muy conforme cuando la terminé. Expresaba mis opiniones, sueños y deseos para el partido final. No la pude mandar enseguida porque ya no tenía internet. Por la hora avanzada del mediodía, me di cuenta que no me iba a dar el tiempo para ir al Maracaná para hacer parte de la previa ahí.

Crucé a la avenida costanera junto a la playa de Icaraí, que mira de frente al Pan de Azúcar y al Corcovado con el Cristo Redentor. Saqué unas fotos y esperé unos quince minutos a mi primo Mario, porque nos desencontramos. Yo ya tenía puesta la camiseta de Argentina, y en ese cuarto de hora ninguno de los muchos brasileños que pasaron al lado mío, me hicieron al menos un gesto de buena voluntad. Creo que lo menos que sentían era incomodidad de ver un argentino que estaba ilusionado por ver a su equipo en la Final de la Copa, y ellos no podrían.

Me subí a un ómnibus que cruzó la bahía sobre el puente de 14 kms. que une Niteroi con Rio, y percibí ahí la misma actitud. Saqué algunas fotos, incluso cuando el bus pasó por el Sambódromo y se podía apreciar una gran cantidad de autos argentinos estacionados ahí. Los hinchas ya habían partido de uno de sus puntos de albergue comunitario principal en la “invasión” de argentinos en Rio.

Ya a esa altura podía comprobar el estado anímico del brasileño de Rio. No pensaba alentar a la Argentina, y ni siquiera le mostraba simpatía. Solo cuando me estaba por bajar e hice una pregunta a unos pasajeros , lo que me habilitó a charlar un poco con ellos, encontré una cierta mejor recepción.

Ahí conocí a una joven pareja que también se encaminaba a la Fan Fest de Copacabana. Bajamos juntos charlando animadamente, y fue muy agradable hacerlo. Nos sacamos una foto a la salida del Metro, a unas cuatro cuadras de la playa, ya en medio de una marea de argentinos e hinchas brasileños, que se provocaban entonaban cánticos de “guerra” en los pasillos antes de salir a la rua.

A eso de las 14 hs. la multitud ya era notoria y mostraba gran algarabía en las calles que llevaban a la playa o eran paralelas a la misma. Ya se podían ver muchísimos brasileños con la camiseta de Alemania, o al menos tenían una bandera o su rostro pintado con los colores de la bandera alemana. Si no fuera porque uno dudaba por el aspecto de las cara, uno hubiera creído que había muchísimos alemanes en Copacabana.

Había muchísimos neutrales o nativos de países no comprometidos con la Final o con el país anfitrión,  que tomaban partido por una u otra selección. Yo saqué una foto a una mujer que estaba disfrazada de Argentina, y era de Centroamérica si no recuerdo mal. Un poco después saqué otra foto a una argentina que estaba acompañada por una española, y que también había hecho lo mismo.

Al desembocar en la famosa Avenida Atlántica paralela a la playa de Copacabana, el panorama era espectacular. Masas multicolores se desplazaban por la calle o por la vereda charlando, riendo, sacándose fotos, cargándose, etc… como en procesiones desordenadas. Por un lado un grupo de argentinos desafiaba a los brasileños con el “Brasil decime que se siente”, que era respondido casi enseguida con el “Mil gols, mil gols, só Pelé…”

Un compatriota tocaba el bandoneón en la vereda mientras una pareja bailaba tango, tratando de ganarse unos reales o dólares. Les saqué unas fotos y los invité a comentar algo en el Blog. Había un puesto donde te podían pintar la cara y el pago era a voluntad. Yo quería pintarme, pero había cola para hacerlo.

La playa estaba llena de gente y a esa altura de los acontecimientos yo ya sabía desde hacía rato que casi con total seguridad no iba a entrar al recinto de la Fan Fest. Lo comprobé enseguida cuando leí un cartel indicando que ya estaba lleno. No tuve tiempo de lamentarlo porque vi que había otra pantalla un poco más atrás, por lo tanto seguí disfrutando de atravesar la marea humana que portaba camisetas, gorrros, banderas y locales o turistas en traje de baño tomando sol, bañándose en el mar o incluso haciendo jueguito evitando hacer caer la pelota.

Saqué muchas fotos mientras charlaba con algunas personas de las que posaron para mí o junto conmigo. Los argentinos eran provenientes de distintas partes del paía, e incluso charlé con un grupo de unas siete personas que se habían ido a vivir y trabajar a Buzios hace unos cuatro años. Me crucé con gente de Córdoba, de Santa Fé, de Corrientes, de Misiones, de la provincia de Buenos Aires, de la Capital, etc.. Todos muy ilusionados y entretenidos de estar ahí en la playa más conocida de Rio de Janiero, en la previa de la gran Final. Pese a la gran dificultad que presentaba la empresa de ganar la Copa, se los veía como me sentía yo, contentos, alegres, orgullosos y con muchísimas ganas de sentirse campeones. En el fondo teníamos ganas de llegar a festejar por nosotros, por nuestra gente, y también con el secreto deseo de mostrar nuestra alegría y orgullo a los brasileños, con los cuales veníamos teniendo una rivalidad que nos mantenía alejados.

Esa tarde, en ese lugar, se pudo comprobar con total claridad que los brasileños estaban en su inmensa mayoría en contra nuestra, más que a favor de Alemania, que les había propinado la mayor deshonra de su gloriosa historia futbolística. Sin embargo, increíblemente, ellos fueron capaces de comprar y ponerse camisetas alemanas. Un diario brasileño había titulado que alentar a los germanos sería “colonizaje”. Por lo visto no fueron muchos los que le prestaron atención a la nota.

Encontré bastante pocos alemanes “de verdad” entre tanta gente, y me costó identificarlos entre tantos germanos “truchos”. Tuve que preguntar si eran brasileños o alemanes, y muchos veces fueron locales, a los cuales también les saqué fotos.

Luego de divertirme mucho y gozar de una fabulosa previa playera de la Final entre Argentina y Alemania en Rio de Janeiro, alma y corazón de Brasil, me dirigí a la Avenida Copacabana en busca de un local de internet para enviar la nota que había escrito a la mañana. Conseguí un local y subí la nota al Blog, tan solo a tiempo para ocupar un lugar en la playa ya al filo del pitazo inicial de la gran Final. No había tenido tiempo de ponerme nervioso siquiera.

Con la satisfacción de haber vivido lo que quería vivir en el “lugar de los hechos” en la “previa” a la Final, me dispuse a concentrarme en el partido.